Contribuir al ahorro de energía eléctrica es aportar a la economía del país. Foto

Las grietas que deja en la economía mundial  la pandemia de la Covid 19 conducen a especialistas y personas avezadas en estos asuntos a confirmar que los Productos Internos Brutos (PBI) de la mayoría de las naciones, descenderán golpeando seriamente la vida social.

Para América Latina el retroceso será de aproximadamente de 10 años, afirman expertos, dura realidad que hundirá más en el lodo a países dependientes del sistema capitalista, una desgracia que no es nueva, otros años, aunque por otras razones, los retrocesos fueron sumamente inhumanos .

La realidad de Cuba no es ajena a esa situación, pero de los tiempos difíciles  hemos aprendido mucho, de ahí el fomento productivo interno que,  si bien no responde a la demanda, mitiga las escaseces, mientras el estado se esfuerza por garantizar equidad en la distribución de productos alimenticios cosechados aquí y los que llegan del exterior, pagados a altos precios.

 Una tarea bravía, digo yo, porque el reforzamiento del bloqueo económico y financiero del gobierno de los Estados Unidos agudiza el problema, crea serios obstáculos dentro y fuera de la isla. O sea, dos situaciones de las que difícilmente otro país en vías de desarrollo pudiera sostenerse. Si no hay males mayores es por la incesante búsqueda del gobierno, muchas veces burlando los muros del bloqueo y porque los que aquí vivimos hemos hecho nuestra una cultura de resistencia, muchas veces hija de la creatividad y el talento de este pueblo.

¿Qué hacer ante esa realidad y apoyar a la economía nacional con nuestros esfuerzos?. En tiempos como los que vivimos el ideal de ahorrar sobrepasa los tradicionales esquemas del agua y la electricidad y se expande a todos los productos dependientes de la economía nacional.

En Mayabeque el sector residencial clasifica como alto consumidor, como también lo es el sector industrial y biotecnológico. Por eso, la necesidad de consumir menos energías adquiere un rango mayor, urge entonces cumplir  con el llamado al ahorro, no solo en el sector residencial, también en el estatal y así evitar los sobreconsumos en el “horario pico” y los siempre indeseados apagones.

 Hablo de una necesidad  impostergable. La capacidad generadora es superada durante el pico en la curva de la demanda eléctrica ocurrida entre las seis y la siete de la tarde. Este horario es considerado momento crítico dentro del periodo de las cinco de la tarde y las nueve de la noche.

Los momentos de contingencia que vivimos reclaman del aporte de todos. Tenemos que  apagar luces innecesarias, revisar las juntas de las puertas de los equipos de refrigeración y toda otra acción que contribuya a disminuir el consumo. Las entidades estatales han de poner en práctica los planes de ahorro, que no se conviertan en documentos que se engavetan y descubrimos al paso del tiempo.

En los centros productivos hay que lograr que los horarios de trabajo de mayor intensidad queden fuera de los llamados momentos picos. Además, la regulación del consumo de equipos y luminarias que no sean de estricto uso entre las cinco de la tarde y las 9 de la noche, tampoco se deben usar medios de climatización en áreas no tecnológicas. (adm)

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