Mayabeque, Cuba: Cuando la Revolución triunfante abrazó las conquistas de la libertad y se desató de los yugos imperialistas, entonces Cuba dejó de estar a la sombra de quienes oprimieron y asesinaron sin piedad alguna a los hijos de esta Patria.

La Caravana de la Libertad se convirtió en la ruta seguida durante más de mil kilómetros del Oriente al Occidente de Cuba por el Ejército Rebelde, después del Triunfo de la Revolución Cubana, del 2 al 8 de enero de 1959.

A lo largo del trayecto, el pueblo de Cuba recibió con júbilo a los victoriosos combatientes de la Sierra Maestra encabezados por Fidel Castro, quién comenzó a partir de entonces a escribir un libro de libertad que es hoy una gran epopeya.

Los barbudos salidos como de una leyenda, bajaron desde las montañas, y en una tropa que llevaba la alegría de la victoria a toda la isla, recorrieron los principales puntos de nuestra geografía para saludar al pueblo que alborozado los recibían.

Madruga fue el primer municipio de la otrora La Habana, hoy Mayabeque, en recibir a los heroicos hombres que convirtieron en realidad la tan añorada esperanza de la emancipación criolla: una Revolución hija de las ideas martianas, fidelistas y de otros tantos hombres que no dudaron en ofrecer su vida a cambio del futuro de este verde caimán.

Los madruguenses, en 1959, se volcaron a las calles, como todos los cubanos en el país, para recibir a esos hombres que protagonizaron los enfrentamientos en contra del imperio, el cual todavía nos veía como su patio trasero.

Fue como si un huracán de barbas largas pasara y arrasara con todo lo malo que llenaba de putrefacción los ideales cubanos. Las guarniciones de hombres al servicio del gobierno norteamericano, reconociendo la valentía de los dirigentes cubanos, no dudaron en entregarse en ninguna de las instalaciones enemigas.

La explanada de La palmita, sitio marcado por los rebeldes, deviene desde entonces escenario de trascendencia cada 8 de enero, donde el pueblo evoca la presencia de quienes participaron en esta hazaña.

Una anécdota que no se puede dejar de contar, aconteció cuando uno de los hombres que vestían de verde, al ver a una revolucionaria embarazada entre la multitud, le gritó: “cuando nazca ponle Fidel”. Aquello fue como una orden para aquella mujer. Pero al nacer, la naturaleza quiso que fuera hembra. Entonces, se llamó: Celia, una de las mujeres más valerosas que tuvo nuestra historia Patria. (LHS)

Alejandro Rodríguez Fernández

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