Hoy, 5 de octubre, conmemoraremos el Día Mundial de los Docentes, reconocimiento nacido a solicitud de la Organización Internacional del Trabajo y la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura.
La propuesta establece criterios de referencia en cuanto a los derechos, responsabilidades y normas para su formación y perfeccionamiento, la contratación, el empleo, y las condiciones de enseñanza y aprendizaje.
En Cuba todas aquellas personas incluidas en la categoría de personal docente conocen de sus derechos y deberes, vivimos en un país donde se prioriza la educación y se enaltece a quienes la hacen realidad.
La realización de seminarios, el tránsito por centros de preparación y otras acciones de capacitación que permiten el perfeccionamiento, cuentan entre los planes de superación en los centros escolares cubanos. Y así ha de ser, si la pretensión es lograr estudiantes con altos conocimientos y resultados académicos que le permitan acceder a otros niveles de enseñanza y la incorporación eficiente a los centros de labor.
El lema que se estará enarbolando reconoce la situación sanitaria mundial que tiene en jaque al sector educacional en muchos países y a educadores sin la posibilidad de estar al frente de sus aulas.
La pandemia de COVID-19 aumenta los desafíos ya numerosos, a los que hacen frente los sistemas educativos a través de todo el mundo y Cuba no es la excepción, téngase en cuenta todo cuanto se ha hecho para reiniciar el curso escolar y aún existen provincias, áreas rurales y urbanas que no han podido retomar las actividades. Los docentes viven un final de curso escolar totalmente atípico.
La respuesta que por estos días dan no es solo oportuna, sino también esencial, en cuanto a las contribuciones con miras a proporcionar un aprendizaje a distancia, apoyar a los estudiantes vulnerables y mantener abiertas las escuelas.
Entre las indicaciones a tener en cuenta por los docentes para que el curso escolar transcurra sin complicaciones, destacan: no descuidar el cumplimiento de las medidas, elevar la percepción de riesgo y la cultura del detalle; trabajar de manera integrada con organismos y organizaciones para la resolución de los problemas.
Ante el espectáculo conmovedor de la reapertura del período lectivo, los efectos de la tormenta Laura serán historia y los docentes batallarán para que la COVID-19 no detenga sus clases.
Nada podrá opacar las miradas inquietas de los estudiantes y la integridad de los educadores. La escuela es el mejor lugar donde se hace el bien y se curte la nobleza, una realidad que con su diario enseñar engrandecen, en tiempos de pandemia, los maestros y profesores cubanos.(adm)