José Antonio de la Caridad Maceo y Grajales había nacido el 14 de junio de 1845, en Santiago de Cuba,
Fue su madre, Mariana Grajales, quien le inculcó a Maceo una férrea disciplina, al punto de ocasionarle una pasajera tartamudez en su infancia y que superaría en la adolescencia. Esta disciplina sería fundamental en la forja de su carácter y se vería reflejada en sus actos como líder militar.
A su preclara inteligencia y virtudes personales unía un excepcional vigor físico, en una estatura de más de seis pies, lo que le permitió, junto a sus excepcionales cualidades como combatiente, resistir y sobrevivir a 26 heridas, sumando las de bala y de arma blanca. Su fortaleza y coraje excepcionales le valieron el sobrenombre de Titán de Bronce.
Después de varios años de exilio En 1895, Maceo desembarcó en las inmediaciones de Baracoa junto a Flor Crombet y otros oficiales de menor rango y luego de rechazar un intento español de capturarle o matarle, se internó en las montañas de esa región.
Luego de muchas vicisitudes logró reunir un pequeño contingente de hombres, que rápidamente creció con los grupos ya alzados en armas en la región de Santiago de Cuba.
Serían aproximadamente las tres de la tarde del 7 de diciembre de 1896, cuando las fuerzas españolas chocan con las avanzadas de guardia del campamento del Lugarteniente General Antonio Maceo, en San Pedro, Punta Brava. Luego de la sorpresa, Maceo imparte las órdenes precisas para contener al enemigo que se les viene encima.
Arrecia el fuego enemigo y Maceo es alcanzado por un proyectil que le penetra por el lado derecho de la cara, cerca del mentón, y sale, con ruptura de la arteria carótida, por el lado izquierdo del cuello.
Los oficiales, con dificultad, pesa más de 200 libras, lo suben al caballo y cae nuevamente al suelo cuando otra bala hace blanco en el tórax y mata a la bestia en su recorrido de salida. Maceo está muerto y a su lado yacen 12 hombres heridos. El cuerpo sin vida del Mayor General Antonio Maceo, segundo jefe del Ejército Libertador, queda solo en aquellos matorrales a merced del enemigo.
Al enterarse de lo sucedido, Panchito Gómez Toro, que por estar herido quedó en el campamento, sale, con un brazo en cabestrillo y prácticamente desarmado, en busca del cadáver de su jefe.
En un gesto supremo de devoción y lealtad va a morir a su lado. Resulta blanco fácil de las armas españolas. Herido, debilitado por la sangre que pierde, trata de suicidarse para que no lo cojan vivo, pero antes quiere escribir una nota a sus padres y hermanos para explicarles la decisión. No puede concluir el mensaje. Uno de los guerrilleros de Peral lo remata con machetazo en la cabeza.
Maceo fue uno de los más importantes líderes independentistas de Cuba durante el siglo XIX. Fiel a sus ideales, reclamaba la abolición de la esclavitud y libertad para la isla. También conocido como el Titán de Bronce, su cuerpo atesoró 27 heridas, seis de ellas de bala, recibidas en más de 600 combates. (IVP)