Después de una semana de implementada en Batabanó, y en el país, la Tarea Ordenamiento, incentivo al impulso de la economía en Cuba y a la calidad de vida del pueblo, ya se visualizan beneficios  como la incorporación de un gran número de personas al empleo, mayor calidad del pan de la canasta básica y más control para eliminar la alteración en los precios.

En este sentido aún se observan fisuras  provocada por el incumplimiento tanto en el mercado estatal como no estatal.

Como en todas las crisis de la humanidad, creo, siempre hay personas inescrupulosas que se aprovechan de los cambios para sacarle su mejor beneficio y esta vez pretendo referirme específicamente al pago del transporte público.

Hace poco conocí por una alumna de la Universidad Agraria de La Habana, que viajaba desde ese centro de altos estudios hacia el municipio costero en un ómnibus  Diana que al mostrarle su carne de estudiante al chofer y explicarle que ella debía pagar solo la  mitad del servicio, cuestión establecida así por el Ministerio de Transporte de Cuba, este respondió que tenía que pagar el precio total, pues él era quien cobraba.

Aptitudes como esta atentan contra el desarrollo de este proceso y crea descontento a partir de las malas prácticas, lejanas a la política trazada a nivel de país.

En contables ocasiones el titular de economía, Alejandro Gil Fernández, ha explicado que el diseño de la tarea es generar un bien social, que beneficie al  pueblo trabajador, siempre bajo los principios del respeto.

Pienso que nadie puede sentirse con el derecho de cambiar eso y maltratar con su inadecuada conducta, incumpliendo con lo establecido. (IVP)

Yuliet Casanova La Rosa

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