Tras la huella de la protección y cuidado animal en Quivicán. Foto: Eve Marínez

Mucho se habla en los últimos tiempos de bienestar animal en Cuba, sobre todo a partir de la implementación del Decreto Ley No. 31/2021.

Y es que cuando hablamos del bienestar de los animales nos referimos a todas las especies, y lo hacemos movidos por un sentido ético y humanista y no utilitario.

El proyecto “Siguiendo huellas”, de protección para estos seres vivos en el municipio de Quivicán, sin duda alguna es un ejemplo del sentir humano y solidario de un grupo de personas que trabajan en función del bien de estos seres que solo saben brindar amor.

Una de las gestoras de este proyecto, María Caridad Domínguez Rojas, refiere que en un inicio, por el amor que le profesa a los animales, los recogía de las calles y los curaba, de igual manera lo hacía otra quivicanera como ella aunque de manera aislada cada una.

A raíz de esto les surge la motivación de trabajar de conjunto con varias personas que se sumaron a la causa para seguir haciendo más de lo mismo, pero en unión.

Domínguez Rojas nos comenta que tuvo que reajustar su vida con el inicio de este proyecto y dejar de lado cosas que se le hacían cotidianas en su quehacer para dedicarse por entero al cuidado y protección de los animales asegurando que esta sería una decisión que tomaría mil veces más.

Hoy cuentan con una vivienda que les fue prestada para poder mantener a los animales en refugio, tienen una cuenta de Facebook para dar a conocer las acciones que se toman y los diferentes animales que, tras ser curados y encontrarse en óptimas condiciones, se brindan en adopción y realizaron una primera feria donde se puso la vacuna antirrábica de manera gratuita a todos los asistentes.

“Hemos dado en adopción 20 perros cachorritos, rescatados de las calles y curados y 8 grandes que se dieron a sus nuevos dueños igualmente curados y esterilizados.”

Asimismo cuentan con el apoyo de los veterinarios del territorio como también les presta servicios un homólogo en el municipio de Bejucal ante cualquier eventualidad o déficit de algún medicamento en la demarcación.

No son animalistas porque reciban algún beneficio personal, la retribución solo está en el cariño por parte de los rescatados. A ellos nadie les asignó esa misión. Aman a los animales y quieren que sean tratados con respeto y dignidad.

Es triste ver al cochero flagelando a su “compañero de trabajo” o al “mejor amigo del hombre” durmiendo amarrado en la placa de su casa, porque supuestamente la función del perro es cuidarnos el hogar.

María Caridad asegura que queda mucho por hacer: “los de nuestro tiempo nos proponemos lograr un cambio a favor del bienestar animal y luchamos desinteresadamente por ello. No todo está perdido”. (IVP)

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