Estaré en el teatro hasta que la vida quiera

Casi 50 años ha dedicado Dulce María López Expósito al teatro. Se graduó en la década del 70 de Instructora de Arte en la especialidad de teatro y durante casi medio siglo ha formado a varias generaciones.

La Jornada por la Cultura lajera con motivo del 237 aniversario de la fundación de la Villa Sabana de Caballos, hoy San José de las Lajas, se dedica a esta mujer que es toda pasión y corazón.

Periodista: ¿Cómo llegas al teatro?

Dulce María López Expósito: Yo descubrí este mundo cuando empiezo a leer. Me desarrollé en un medio rural donde no había un escenario.

“Recuerdo que yo leí en la primaria la obra Decamerón. Ahora me percato que pasaba etapas que no me correspondían. No había televisión. Éramos personas de campo y yo devoraba la lectura. Es la lectura la que me lleva a los personajes”.

“Cuando me hice adolescente, el profesor impartía una obra en el aula y a mí lo que me gustaba era dramatizarla”.

Había un profesor de Catalina llamado Ismael Sánchez. Él me habla de una escuela de arte. A partir de ahí me desbordé en sueños. Sueños que veía muy lejanos, imposibles.

P: ¿Cómo llegas a la escuela de arte?

DMLE: Un día mis compañeros gestionaron un transporte para ir a la escuela de arte a hacer las pruebas. Yo me fui con ellos. No le pedí permiso a mis padres; creo que ya por eso, ellos me perdonaron.

Cuando llegué a mi casa, eran más de la 7 de la noche y mis padres estaban desesperados. Y con mucha alegría le dije a mi madre: “Yo estaba en la escuela de arte y estoy segura que aprobé los exámenes”.

Me encantó la escuela y un día llegó el ansiado telegrama para confirmar que había aprobado. Mi padre no estuvo de acuerdo al principio; pero después lo aceptó. Fui muy buena alumna, muy buena hija.

“Lo que yo soñé, yo lo estudié y allí estuve desde 1977 hasta agosto de 1981.

P: ¿Una vez graduada donde trabajaste?

DMLE: Todos los compañeritos me decían que yo me iba a quedar en la escuela como profesora porque era magnífica en expresión corporal, voz y dicción. Pero me tocó una escuela de arte en Granma. Al conocer la ubicación lloré muchísimo. Allí estuve 4 años, venía cada 45 días a la casa; pero fui feliz. Preparé buenos alumnos que aún me escriben y me muestran su cariño.

P: De regreso a esta provincia, para entonces La Habana, ¿dónde trabajaste?

DMLE: Yo llego en el año 1985 a mi pueblo. En aquel entonces Ramiro Díaz Llanes era el Director Municipal de Cultura y me ubica en la Casa de Cultura de Tapaste. Tengo grandes recuerdos en ese pueblo.

En el año 1987, Ramiro me traslada para la Casa de Cultura Municipal de San José de las Lajas que es donde laboro hasta la actualidad.

“Ya yo me jubilé, pero como no sé vivir sin mi pequeño mundo, nuevamente estoy en cultura”.

P: ¿Cuáles son los personajes que te apasionan?

DMLE: Yo soy temperamental. Me encanta esa fuerza en el escenario. Me gustan los personajes dramáticos. Yo sufro la catarsis aristotélica y llevo al público conmigo. Para actuar si no te entregas, no sirvió.

P: ¿Cuáles son los personajes que te gustan y que aún no has interpretado?

DMLE: No he hecho una Bernalda Alba a mi manera. A mi realidad, a mi país y creo que sería muy bueno encontrarse un director para la obra y yo interpretarla.

“Hay una realidad, cuando tú diriges no debes actuar, ese es mi criterio”.

P: ¿Qué ha significado el teatro para ti?

DMLE: Cuando me jubilé estuve un tiempo sin trabajar. Yo pasaba y tapaba mi cara con la sombrilla y no era para que no me vieran, era para yo no ver mi casa de cultura. Cuando te gusta tu profesión, no puedes vivir sin ella.

“Yo veo una novela y quiero exigirle al personaje. No disfruto la obra como otro del público porque somos profesores, somos críticos, somos dramaturgos”.

“Le pido a la vida que me deje tener mucha mente clara como hasta ahora y que yo sea dinámica y me entregue como hasta ahora”.

P: Te veo como Francisca y la muerte de Onelio Jorge Cardoso, ¿qué crees?

DMLE: Sí. Soy la Francisca de Onelio Jorge. Estaré en el teatro hasta que la vida quiera. (rda)