Mayabeque, Cuba: Cada 15 de septiembre, se alza una voz de reconocimiento y gratitud hacia quienes cuidan la vida en su estado más frágil: las enfermeras y enfermeros neonatales.
Estos profesionales no solo administran tratamientos o monitorean signos vitales. Son el primer contacto cálido que recibe un bebé prematuro, el consuelo para padres angustiados y el puente entre la ciencia médica y el afecto humano.

Su labor exige precisión técnica, pero también una sensibilidad extraordinaria para lidiar con la incertidumbre, el dolor y la esperanza.

Hoy, cuando la salud pública enfrenta tantos desafíos es momento de agradecer, visibilizar y dignificar a quienes, con manos firmes y corazones abiertos, sostienen la vida desde su primer aliento. Porque detrás de cada incubadora, hay una historia de entrega silenciosa que merece ser contada.



Tomado de Radio Jaruco