En tiempos donde la inmediatez y las redes sociales muchas veces marcan el ritmo de la vida cotidiana, hablar de la formación de valores en los jóvenes no solo es pertinente, sino urgente. En Mayabeque, como en toda Cuba, los retos sociales, económicos y culturales colocan a esta tarea en el centro de la agenda educativa, familiar y comunitaria.
Los valores no se improvisan ni se heredan por inercia; se cultivan día a día desde el ejemplo, la palabra y el afecto. La responsabilidad, la honestidad, el respeto, la solidaridad y el amor por la patria deben nacer en el hogar, consolidarse en la escuela y fortalecerse en cada espacio social. Pero este esfuerzo solo tendrá éxito si todos los actores, dígase familia, maestros, instituciones y medios de comunicación, reman en la misma dirección.
No se trata de repetir discursos, sino de ofrecer referentes reales. ¿Cómo pedir compromiso si no se les escucha? ¿Cómo exigir respeto si se sienten ignorados? La juventud de Mayabeque, como la de cualquier lugar, necesita guía, pero también confianza y protagonismo. Formar valores hoy es formar a los ciudadanos que mañana decidirán el rumbo del país.
Y en ese propósito, más que consignas, necesitamos coherencia. Porque los valores no se enseñan solo con palabras, sino con actitudes. Y los jóvenes con su energía, su rebeldía y su mirada crítica, son capaces de construir un futuro mejor si les damos las herramientas correctas.