Cuba: La presencia de dióxido de azufre y polvo sahariano se incrementa sobre el Caribe y llega a Cuba, proveniente de las emanaciones del Volcán Cumbre Vieja de La Palma.
Las mayores concentraciones se localizan entre unos 5 a 7 km de altura por lo que no existe peligro en la superficie. No obstante se recomienda a las personas alérgicas y con otros padecimientos respiratorios protegerse por ser más vulnerables a este fenómeno.
Las referidas nubes son generadas por las tormentas de arena y polvo del desierto del Sahara y el Sahel, en África.
Pueden alcanzar alturas de tres a siete kilómetros, y una vez alejadas del continente africano, buena parte de ellas avanzan en dirección oeste, bajo el flujo de los vientos alisios, propagándose hasta Cuba, el sudeste de Estados Unidos, México y Centroamérica.
Entre los principales rasgos de su presencia destacan: el predominio de una densa bruma, capaz de limitar la visibilidad a larga distancia, el cielo se muestra con una tonalidad lechosa, el efecto inhibidor del Polvo del Sahara sobre la ciclogénesis en la cuenca del Atlántico Tropical, en particular, en la zona comprendida entre los 10 y 20 grados de latitud norte y los 20 y 60 grados de longitud oeste.
Provocan impactos negativos en la salud del hombre y en la de diferentes ecosistemas marinos y terrestres, que convierte el Caribe en un verdadero corredor del asma y otras enfermedades respiratorias sobre todo, en las personas mayores de 65 años y niños con edades hasta cuatro años, además de favorecer la aparición de alergias y problemas de la piel.
También repercuten en el declive de las poblaciones de arrecifes coralinos, al propiciar que puedan ser atacados por un hongo endémico de África, transportado por ellas, y contribuyen a la proliferación de los denominados eventos de marea roja, asociados a grandes floraciones de algas, muchas de ellas tóxicas, y en la aparición de plagas en el arroz, frijoles, frutales, caña de azúcar y otros cultivos.
A los ciudadanos se les recomienda el uso de lentes protectores, de nasobucos, evitar tocarse los ojos, tapar los alimentos y el agua.
El polvo en suspensión contribuye a resecar las vías respiratorias, y en muchas ocasiones se puede provocar un agravamiento de afecciones o síntomas relacionados con enfermedades respiratorias.
La exposición a este contaminante puede producir molestias torácicas, tos, palpitaciones, fatiga o incremento a la susceptibilidad a infecciones respiratorias.
Los volcanes liberan al aire columnas de ceniza, polvo, dióxido de azufre, monóxido de carbono y otros gases dañinos. El dióxido de azufre es el más dañino de estos gases. Cuando los gases reaccionan con el oxígeno, la humedad y la luz solar de la atmósfera se forman el esmog volcánico. Este esmog es un tipo de contaminación del aire.
El esmog volcánico también contiene aerosoles (partículas y gotitas diminutas) con alto nivel de acidez, principalmente ácido sulfúrico y otros compuestos relacionados con el azufre. Estos aerosoles son lo suficientemente pequeños para ser inhalados hacia lo profundo de los pulmones.
Los síntomas de la exposición al esmog volcánico incluyen: problemas respiratorios, falta de aliento, tos, síntomas seudogripales, dolores de cabeza, falta de energía, dolor de garganta y ojos llorosos. (BSH)
Redacción Digital
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