Un suceso triste en la historia de Cuba  marcó el 27 de noviembre de 1871, fecha en que fueron injustamente fusilados ocho estudiantes de medicina  del primer año de la Universidad de La Habana. 

Esta tragedia ocurrida un día como hoy se originó por una inocente travesura estudiantil que fue bárbaramente castigada por el régimen colonial, sin relación alguna con la lucha que libraban los cubanos por su independencia en aquella etapa.

Las partidas de defunción de los jóvenes fusilados no se registraron en ninguna iglesia parroquial. No fue sino después de dos meses y medio que se asentaron sus partidas de enterramiento en los libros del cementerio de Colón, donde aparece que los cadáveres fueron inhumados de limosna.

Esto permite comprender hasta qué punto de humillación quiso llevarse todo lo concerniente a la ejecución de los ocho estudiantes del primer año de medicina.

El oscuro hecho fue un escarmiento ejemplar que quiso dar España ante el desarrollo insurreccional para desatar el terror y demostrar así la medida de los extremos a que podía llegar un sistema agonizante.

Tanto el abominable crimen, como el inconcebible proceso judicial que lo precedió, contribuyeron a fortalecer el sentimiento independentista de los cubanos.

En memoria a los jóvenes fusilados injustamente, se encuentra  el Monumento a los ocho estudiantes de medicina, a la salida del Túnel, a la izquierda del Malecón habanero.

En  la isla caribeña la fecha de noviembre 27 se celebra como día de Duelo Nacional, numerosos  universitarios  descienden desde la escalinata de la Universidad de La Habana y van hasta la explanada de La Punta para rendir homenaje aquellos educandos inocentes hoy plasmados tristemente en las páginas de nuestra historia. (BSH)

Elsa Gómez Valle

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