Cubanía eterna en un líder histórico

Recordarlo a él, es recordar a un gigante. Es avivar la esencia del pensamiento revolucionario. Es, como lo calificara el Che, un ardiente profeta de la aurora.

Salió a cabalgar, junto a tantos otros, en las líneas de esa canción que rememora y engrandece su persona. Melodías que nacieron del amor a su vida y que estremecen a más de uno al escucharla.

Su nombre, Fidel Alejandro Castro Ruz, sinónimo de rebeldía y patriotismo. Baluarte de cubanía, dotado de una sapiencia que le permitió predecir sobre situaciones que hoy acontecen.

Hablar del Comandante, ese eterno líder, es hablar de un héroe. Hombre entrañable, querido, ejemplar y revolucionario. Su recuerdo y enseñanza es una de las fortalezas más grandes para la nación cubana.

Referirse a la historia de esta isla sin mencionarlo a él, es dejar inconclusa una parte del proceso revolucionario, pues ese eterno joven rebelde se propuso dar continuidad a la Revolución por la que muchos lucharon y con su genialidad político-militar llevó adelante esa gran proeza de los cubanos.

Siete años se cumplen de su desaparición física, pero su pensamiento íntegro, martiano, descolonizador, solidario nos avizora en el proceso.

Sus guerras fueron más allá de las armas pues liberó batallas tan importantes como la educación, la salud pública, la cultura, el deporte, la ciencia y el medioambiente, escenarios que hoy constituyen pilares para este archipiélago.

Su legado está presente en la sonrisa de los niños, en cada pionero que desfila a las aulas, en cada joven que se prepara para una carrera universitaria, en ese ciudadano que se despierta día a día a trabajar.

Que más imperecedero que su impronta en la lucha de los cubanos y cubanas por esa revolución soñada, fidelista y martiana. Recordarlo a él, sin dudas, es recordar a un gigante.