Mayabeque, Cuba: El amor por esta tierra, hace que Germán Bode Hernández vuelva una y otra vez a desandar las calles de la Ciudad Condal, e insistir en que se preserven todos aquellos valores patrimoniales que la distinguen.
Para cumplir un viejo anhelo, que devino en promesa, Germán llegó a primera hora de este lunes hasta Jaruco. No es un día cualquiera, está cumpliendo 87 años y es aquí, y contando sus memorias, como decidió celebrarlo.
Lo prometido es deuda. En la lectura de sus Cuentos que no son cuentos, el 18 de octubre pasado en la Biblioteca Municipal, planificó un recorrido por calles de Jaruco que guardan estrecho vínculo con muchos de los relatos de su libro.
Por tal motivo, en las céntricas Cuatro Esquinas, decenas de personas esperaron a Bode para caminar juntos durante cerca de 2 horas por la ciudad, escuchando pasajes de su vida y pintando con recuerdos las viejas fachadas, pinceladas de un tiempo que pervive intacto en la mente del ilustre jaruqueño.
Germán Bode atrapa con sus testimonios sobre una época cargada con alegrías y tristezas; aunque dejó Jaruco el 30 de noviembre de 1947, nunca perdió el vínculo con su tierra natal, donde pretende establecer su última morada cuando llegue el momento de decir adiós.
Parafraseando a Francisco Rey Alfonso, historiador local y también amigo de Bode, el recorrido de hoy fue un estupendo viaje en una máquina del tiempo, “cálida, coloreada, amable… tan del terruño, tan del corazón”.
Y me pregunto ¿cómo retribuimos a Bode tantas muestras de amor por Jaruco, tantos esfuerzos? Ha de ser con cariño, con la gratitud de quienes también compartimos la pasión por esta geografía y lo que ella representa más allá de los mapas.
Ha de ser rescatando lo inmaterial y lo tangible que hizo soñar a aquel niño que fue Germán.
Gracias por la sabiduría, los pasos añosos, la inspiración y la paciencia de enseñar sin lugar al cansancio. Gracias por celebrar el día de tu cumpleaños con tu familia, en este, tu hogar.