Ciudad del Vaticano: El papa Francisco propuso hoy que en 2025, año del Jubileo de la Iglesia Católica, se cancelen o reduzcan las deudas de los países pobres, ante la actual crisis que los afecta.
En una audiencia a los participantes en el encuentro sobre Crisis de la Deuda en el Sur Global, promovido por la Academia Pontificia de Ciencias, Francisco señaló que la globalización mal administrada, la pandemia de Covid-19 y las guerras actuales generaron miseria y angustia, así como privaron a muchas personas de una vida digna.
“Ningún gobierno puede exigir moralmente a su pueblo que sufra privaciones incompatibles con la dignidad humana” expresó el Sumo Pontífice, y apuntó que “para afrontar la ruptura del ciclo financiero-deuda, sería necesario crear un mecanismo multinacional, basado en la solidaridad y la armonía de los pueblos”. Se debe tener en cuenta, según dijo, “el sentimiento global del problema y sus implicaciones económicas, financieras y sociales” pues la ausencia de este mecanismo favorece el “sálvese quien pueda”, donde siempre pierden los más vulnerables.
De esta manera “es fundamental actuar de buena fe y veracidad, siguiendo un código de conducta internacional con normas de valor ético que protejan las transacciones”, aseveró el Papa, quien convocó a que “pensemos en una nueva arquitectura financiera internacional que sea audaz y creativa”.
El Obispo de Roma recordó que en el Jubileo anterior, del año 2000, San Juan Pablo II expresó que tal festividad, “puede constituir una ocasión propicia para gestos de buena voluntad, para condonar las deudas , o al menos reducirlas, en función del bien común”.
Sobre esa base, el papa Francisco instó a que “teniendo en cuenta que la deuda ecológica y la deuda exterior son dos caras de una misma moneda que hipotecan el futuro”, durante el Jubileo de 2025 “se abran nuestras mentes y corazones, para desatar los nudos de aquellos lazos que asfixian el presente”.
“Los invito a que soñemos y actuemos juntos en la construcción responsable de nuestra casa común”, pues “nadie puede habitarla con tranquilidad de conciencia cuando sabe que a su alrededor hay multitud de hermanos y hermanas con hambre y también sumergidos en la exclusión social y en la vulnerabilidad”.
“Dejar pasar esto es pecado, pecado humano, aunque uno no tenga fe, es un pecado social”, sentenció el Pontífice. (PL) (rda)
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