El consumo de drogas es un problema que continúa creciendo en nuestra sociedad, y dentro de este contexto, el llamado “químico” se ha convertido en una de las sustancias más peligrosas y mortales. A pesar de su bajo costo en comparación con otras drogas, su impacto devastador en la salud física y mental de las personas no debe subestimarse.
Es vital que se realice un llamado a la acción más contundente, en el municipio de Nueva Paz. Muchos de nosotros no podemos evitar sentir una creciente preocupación por lo que estamos observando en nuestros parques y espacios públicos. Conductas sospechosas han comenzado a ser cada vez más evidentes, generando inquietud entre padres, tíos, abuelos y en fin, toda la familia.
La realidad es que el consumo y la venta de drogas no son problemas lejanos; están afectando a nuestro territorio y poniendo en riesgo el bienestar de nuestros jóvenes. Los padres sienten la angustia de no saber si sus hijos están expuestos a situaciones peligrosas o si se verán involucrados en ambientes nocivos. Esta preocupación es válida y requiere una respuesta efectiva.
Es importante resaltar que la prevención del consumo de drogas no es solo responsabilidad de las autoridades o las escuelas; también recae en cada familia. Los padres deben ser proactivos en establecer un diálogo sincero con sus hijos sobre el tema. Todos debemos comprometernos a crear un entorno más seguro para nuestras familias, donde los parques sean espacios de recreación y no lugares donde se evidencien conductas perjudiciales.
Además, los medios de comunicación tienen un papel fundamental en la educación sobre el daño del “químico”. Programas televisivos y radiales que aborden este tema con información veraz y testimonios impactantes pueden llegar a un público amplio. Estas plataformas permiten visibilizar las historias personales de quienes han luchado contra la adicción y sus familias, creando conciencia sobre las devastadoras consecuencias del consumo.
La urgencia por evitar el consumo del “químico” es innegable. La prevención comienza con la educación y el hogar. Crear espacios seguros para discutir estos temas puede marcar la diferencia entre una vida llena de oportunidades o una marcada por la tragedia. ¡Hagamos que nuestros jóvenes sean conscientes del peligro y les brindemos las alternativas para un futuro sin adicción. (rda)
