Los jóvenes, bajo la bandera de la “no violencia”, y empleando logotipos y tácticas de marketing, que atraen a la juventud, deben fomentar pequeños disturbios en la calle, para crear un ámbito permanente de inestabilidad y caos.
Luego, atrayendo la atención de los medios internacionales, y guiados por las agencias de Washington, persiguen provocar la represión de las fuerzas de seguridad, a través de actos violentos o ilegales, imagen que seguidamente es proyectada a través de la prensa como una violación de los derechos humanos, y utilizada para justificar cualquier acción contra el gobierno.
Así se manifiestan los llamados «golpes suaves». Sus esencias, descritas en el artículo Golpe suave: estrategia de ee. uu. para cambiar sistemas, publicado por este propio medio el pasado 1ro. de diciembre, forman parte del guion de lo ocurrido en San Isidro, y de los pasos que siguieron algunos de los que fueron al Ministerio de Cultura (Mincult).
Mientras los integrantes de la agrupación de la barriada habanera utilizaron el desacato y asumieron una postura de fuerza para que se cumplieran sus exigencias, los que llegaron hasta el Mincult protagonizaban una manifestación pacífica, que sumó, sobre todo, a intelectuales y artistas, pero que fue contaminada de forma deliberada por quienes, previamente instruidos, plantearon diversidad de inquietudes e ideas y demandas.
No obstante, aunque se produjo el encuentro con autoridades ministeriales y de las organizaciones que aglutinan en Cuba a intelectuales y artistas; aunque hubo un grupo de acuerdos emanados del mismo, acto seguido se inició en las redes sociales y en las páginas de reconocidos medios anticubanos, la generación de contenidos asociados al tema, destinados a desacreditar la validez del encuentro, para promover así sentimientos de descontento, frustración, polarización de los implicados y, claro, incitación a la violencia, como describen los manuales de la CIA.
De acuerdo con un material publicado este jueves en el noticiero estelar de la Televisión Cubana, las investigaciones demostraron que en esa manifestación pacífica participaron ciudadanos con implicación en actos vandálicos contra tiendas en MLC en la Isla.
Así lo demostró el testimonio de Abdel Antonio Cárdenas, quien aseguró que cuando los jóvenes ya se retiraban del Mincult, recibió una llamada para promover un estallido consistente en “romper la tienda de 11 y 4, hacerla trizas, quemar a un policía, hacer algo atroz”.
Sin duda, las plataformas digitales han devenido pilar indispensable para quienes, desde el exterior, articulan este tipo de acciones. Grupos de Whatsapp, canales de Telegram o perfiles de Facebook, se convierten en la vía de contacto para la convocatoria, aunque sus promotores muchas veces ocultan sus identidades.
En todos los casos, como también se explicitó en el material televisivo, los planes conciben una previsible reacción de las fuerzas del orden, el respaldo popular a los implicados, así como la amplificación mediática de los incidentes.
Un marcado oportunismo aprovecha la compleja situación económica del país, en momentos coyunturales de enfrentamiento a la pandemia de la covid-19, para que la proliferación de este tipo de acciones pueda generar eventualmente un estallido social de mayores dimensiones.
¿Objetivo?, pues el de siempre, derrocar a la Revolución Cubana, y echar por tierra con ella la justeza y dignidad con que hemos sabido construir nuestra sociedad. Pero no lo lograrán. (IVP)