La historia de Cuba está escrita con dignidad, pureza y sangre y no es posible aniquilarla por pretensiones de fatuos burdos que no valoran l que tenemos.
Ante la situación que indignó a tantos cubanos valerosos viene a mi mente la frase de José Martí a quien conocimos y aprendimos a querer desde niños “La pobreza pasa, más no la deshonra”.
¿Cómo olvidar al maestro que vivió en el monstruo y le conoció las entrañas?
El que siempre, de manera enérgica e inteligente, alertó sobre la necesidad de evitar que Estados Unidos cayera sobre los pueblos de América.
Cuanta ignominia de unos cuantos petulantes que desagradecidos ven las manchas y no la luz que riega a borbotones los momentos en que esta Cuba bella, la que amamos y defenderemos hasta el último aliento, se levanta airosa ante las adversidades y sigue adelante luchando por un bien común.
No importan las agresiones, no amedrentan aquellos falsos y mezquinos que no sienten orgullo por este pedazo de suelo que vibra de emoción cuando logra algo bueno, cuando ayuda a los más necesitados y cuando en materia internacional muestra todo lo que puede aportar sin importar lugar, raza, credo o sexo.
Es cierto que el bloqueo impuesto por Estados Unidos crea necesidades y penurias, pero juntos codo con codo, los hijos de esta tierra amada aprendimos a soñar, a crear, a desarrollar, a fortificar y sobre todo a valorar. (IVP)
