Zaily Gala Caraballo, doctora de Jaruco.

Pudo haber sido artista como su abuelo o una gran deportista como su padre, Juan Carlos Gala Rodríguez, el ex director del equipo nacional femenino de voleibol: Las espectaculares morenas del Caribe. Pero Zaily Gala Caraballo se hizo médico.

Su nombre es uno de los más mencionados entre el personal de Salud Pública de Jaruco, porque es ella la dueña del mapa epidemiológico del coronavirus en su Ciudad Condal: de los nombres y las historias que lo pueblan.

La Internet le lleva los datos que ella cataloga en una libreta de carátula roja, tal vez mágica y bendecida porque es un regalo de su madre. A esas páginas que arden bajo sus manos, le confía fechas, datos personales, direcciones, edades, pruebas realizadas.

Nada le resulta ajeno. Tanto las letras rojas que encierran una vida tocada por el virus, como aquellas que salen ilesas de esta ofensiva, le pertenecen y van marcándola como un hierro a un pétalo de rosa.

Hace más de un año, cuando empezó la pandemia, le propusieron este trabajo que requiere poner en práctica todo lo que un médico sabe de bioestadística, pero también, de aplomo y chispa en los cinco sentidos.

El que enferma, el que se cura, el que debe aislarse en su casa y aquel que va a una institución hospitalaria, todo queda debidamente registrado por esta muchacha, quien asegura, le resultaría imposible la misión si no la apuntalara su equipo de Higiene y Epidemiología: la Dra Idania, la enfermera Daney, los doctores Rafael y Robertico, Marianela, Héctor…

Zaily es hoy una suerte de brújula para los sanitarios de la Atención Primaria de Salud de Jaruco. A ellos abre las ventanas y también la puerta con su rostro de palmera en calma, el gesto amable y la respuesta precisa.

Zaily, lo sabe, Zaily lo tiene, Zaily puede explicarlo, Zaily te lo puede decir…

Miles de respuestas se encuentran en su dirección. Y por eso, con menos de 30 años de edad, se convirtió en la flecha que marca a los capitanes de este barco de la sanidad, el rumbo del coronavirus y hasta dónde llegan sus garras.

Confiesa, que cuando pase esta tormenta retomará los estudios, hará otra especialidad, no importa cuál si al final servirá para mejorar a la humanidad.

Extraña la consulta del día a día que labra amigos y funda como semillas el consuelo y la salvación.

Apenas descansa y el deseo de divertirse se le extravió en el bosque de los números, pero en su mirada de flor en botón se adivina el regocijo inmenso de quien se entrega para ayudar.

Sonríe poco en los últimos tiempos Zaily Gala Caraballo, pero cuando lo hace hay que dar las gracias, porque deja caer estrellas en su bata de sol y de nieve. (BSH)

Marlene Caboverde

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