Las rosas en octubre recuerdan a mujeres grandes, guerreras fuertes, llenas de coraje, pero, sobre todo, con mucha inteligencia. Con estas palabras, y otras, se reconoce, en esta mujer de Mayabeque a la Ciencia Cubana, a la mujer científica, a la mujer que responde positivamente a las misiones y arrastra con ella a los que creen, y a los que dudan.
Así se describe a Rosa Elena Simeón Negrín, Viróloga de profesión, fundadora por designación, directora del Centro Nacional de Sanidad Agropecuaria (CENSA) por nombramiento, científica por elección.
Sus méritos científicos, el sentido de la responsabilidad, la honestidad, la consagración y la fidelidad a su Patria, la ubican para dirigir la estrategia nacional y medidas drásticas para la erradicación de la Fiebre Porcina Africana en 1971, la nombran Directora del CENSA en 1975, y en 1985 se convierte en la primera mujer, y única hasta la fecha, que ha ocupado el cargo de Presidente de la Academia de Ciencias de Cuba, labor que desarrolló por nueve años.
Heroína Nacional del Trabajo en 1988 y con la orden Carlos J. Finlay, en 1990; al crearse el Ministerio de Ciencia Tecnología y Medio Ambiente, en 1994, fue nombrada su Ministra por un período de diez años, hasta su muerte.
Rosa Elena, que salió del CENSA solo para cumplir otras misiones dentro y fuera del país, sigue siendo simplemente Rosa para los que tuvieron el gusto y el honor de conocerla. Y la Dra. Rosa Elena Simeón para cualquiera que se precie de amar la ciencia como ella lo hizo.
Con estas flores, y el diario cumplimiento del deber, el colectivo de trabajadores del CENSA le rinde homenaje en este aniversario de su desaparición física.