Cuando el reloj marque las 12, llegará un nuevo año, para dar continuidad al ciclo de la vida. El viejo que se va, fue un año contradictorio. Llegó con el empuje arrollador de la inflación y el incremento sin frenos de los precios.
Entre bancarización, cajeros sin dinero, colas y cuestionamiento a la gestión de las MIPYMES, avanzó el 2023 con la preocupación de un bolsillo que no resiste hasta fin de mes.
Con la emigración en ascenso, paroles a la espera y muchas sillas vacías, tuvimos que convivir. Hacer el trabajo con más de tres o cuatro plazas por cubrir y a la familia con algún eslabón perdido quién sabe por dónde; no fue cosa fácil. Sin embargo, ¿cuánto crecimiento personal y nuevos espacios académicos y profesionales no se retomaron este año?
El país continuó su ordenamiento legal y así aprobamos varias leyes, entre ellas la de Comunicación y un nuevo Código Penal.
Este verano no hubo mucho campismo porque el presupuesto no alcanzó, pero ahí se mantuvieron firmes la C5 y los fletes de la Terminal como alternativas jaruqueñas para viajes a la playa. La gente del municipio jugó al duro en el Estadio Pedro Natilla Jiménez y, sumado al orgullo por el Team Asere, una semifinal entre Industriales y Santiago inyectó bríos al deporte nacional.
En las mañanas se hizo costumbre revisar el Telegram para saber del próximo apagón y la distribución del día para las bodegas.
Peñas de Boleros, Saxofones, música Mexicana y Campesina, Noches Jaruqueñas y el Tembatón de los domingos, animaron la recreación de los “medios tiempo”, mientras los más jóvenes tuvieron lo suyo en el Centro Sociocultural El Ocaso, pese a la estrechez del bolsillo de sus padres.
Todos los días a las 8, puntual, llegó el estelar con más de la guerra de Ucrania, el ciclón en Pinar del Río, las inundaciones en el oriente del país, la masacre en Palestina, la llegada tardía, pero segura, del arroz del mes al puerto, y otra victoria en la ONU contra un bloqueo que no da tregua.
Los cubanos definitivamente estamos en el mapa. Los juegos panamericanos nos llenaron de orgullo, Omara Portuondo ganó un Grammy y nuestro bolero pasó a ser Patrimonio Inmaterial de la Humanidad. Tantos espacios culturales rescatados, y tanto por hacer para el nuevo año que se aproxima.
El 2024 será bisiesto y la tradición apunta mal augurio. “Año bisiesto pocos huevos al cesto”, pero eso no es nuevo para nosotros los cubanos. Acostumbrados estamos a sortear obstáculos y reinventarnos. No me pregunte cómo lo hacemos, pero lo logramos.
De la carne de cerdo nos olvidamos, del pollo, guardamos una reservista para que el 31 el carbón anuncie la festividad. Desde hace meses guardamos la latica de frijoles para el congrí y salvamos el poquito de azúcar para el almíbar de los buñuelos.
Un año más se va y otro llega, donde también lanzaremos el cubo de agua pa’ que se lleve lo malo; algunos darán la vuelta a la manzana con el maletín lleno de sueños y otros pediremos voluntad y sabiduría para construir juntos un futuro mejor.
En el 2024, trabajemos para potenciar nuestro pedacito. Hagamos cada uno nuestra parte del deber y nada podrá vencernos. Los cubanos somos un pueblo que lucha, que no sucumbe ante las adversidades, somos solidarios, fiesteros, alegres y sobre todo gente que se quiere.
Este enero festejaremos el 65 Aniversario de la Revolución y el décimo tercero cumpleaños de Mayabeque, con la tozudez de quienes no perdemos la alegría de vivir sin fórmulas importadas.
Felicidades a la familia jaruqueña, que el año joven traiga consigo un nuevo período de retos, trabajo, conquistas y alegrías.
Que nuestro slogan Unidos por Jaruco sea la brújula que nos guíe en el empeño de tener un municipio más bonito, próspero, que nos llene de orgullo pertenecer a este pueblo pródigo de historia y tradiciones.