El 21 de diciembre de 2024 fue, luego de varios años, el sábado más próximo al natalicio de Alejo Carpentier (26 de diciembre de 1904). Y en cada calendario, el sábado que se pega más a la fecha es el día pactado, hace exactamente 32 años, para celebrar el evento cultural: La ceiba de Don Alejo.
Una ceiba
La ceiba estuvo allí antes que las matas de mangos y de mamey que hay a su alrededor, antes de que los hombres pusieran sus pies en aquellos lares y antes de que el trozo de tierra roja, enclavado en el kilómetro 26 y medio de la carretera central, en los límites de San José de las Lajas, se bautizara como Finca Linares.
Un escritor
Pudo haber sido este uno más entre tantos lugares parecidos de la geografía cubana, sino le hubiese dado a la ceiba por seducir al escritor Alejo Carpentier. Dicen que le hizo guiños con las hojas y le susurró historias de güijes y aparecidos al hombre que sabía descifrar los misterios de la naturaleza y distinguir entre lo real, aquello que es maravilloso.
El novelista, completamente fascinado, dejó grabado el encuentro con la ceiba en su libro La consagración de la primavera. Casi quince años después, en la década de los años noventa del pasado siglo, ese pasaje del texto cautivó a los escritores lajeros Norberto Domínguez y Ricardo Ortega, admirados por el hecho de que parte de su patria chica fuera exaltada en una obra tan importante del también autor de El reino de este mundo y Los pasos perdidos.
Se propusieron entonces encontrar esa ceiba, y culminaron la misión con éxito porque hallaron a la cómplice perfecta: Raquel Alonso Rivero.
Una mujer
Raquel era una guajira, pero no una guajira cualquiera. Tenía un espíritu inquieto, le gustaba la ganadería y encabezar cualquier obra, si esta servía al mejoramiento humano y la utilidad de la virtud, como le enseñó el Maestro.
Su casa quedaba a unos metros de la ceiba donde se juntaba la gente del barrio para hacer rodeos, comer mangos y pasar un buen rato. Nunca imaginó que el árbol centenario ganaría fama y atraería a tantos soñadores.
Lo cierto es que Norberto y Ricardo, en su búsqueda, llegaron a la casa de Raquel y le contaron la historia de Carpentier y la ceiba. Ella, sin mucho pensarlo, tomó las manos de los letrados lajeros y los guió hasta la majestuosa señora de la Finca Linares.
La ceiba de Don Alejo 2024
Otra vez, alrededor de la ceiba descrita por Carpentier en La consagración de la primavera, se reunieron escritores, músicos, artistas… Y nuevamente, el académico y profesor Alberto Miguel de la Paz repasó el fragmento del libro que los llevados hasta allí un año y otro. Hubo, como suele ocurrir, música, teatro, literatura. De nuevo y pese al aire frío del invierno, floreció el recuerdo de quienes inventaron un suceso que abarca la cultura en toda su esencia porque conjuga identidad con arte y pueblo con imaginación.
Por eso estaban allí los niños de Linares disfrutando de lo lindo con las presentaciones, comiendo la merienda que le regalaron los de la Asociación Hermanos Saíz y haciendo sus dibujos casi a los pies del árbol, como si las musas estuvieran más a gusto en un sitio donde, casi seguro, habitan los duendes y las hadas.
En Linares se vivió el momento diferente tan esperado, que ocurre cada 365 días. Y como de costumbre, la rueda de la paz y el amor abrazó a la gran protagonista. Y de nuevo, Tatiana, la hija de Raquel, volvió para redescubrir que nadie ha olvidado a su madre y que ella sigue allí, en la ceiba suya, de Carpentier y de la cultura cubana.
Linares es un lugar adonde habrá que regresar con el pretexto de La ceiba de Don Alejo o con cualquier otra excusa, como me enseñó Tatiana. En su barrio todos saben que volverá con los ojos aguados, pero sin dejar de reír para dar abrazos y regalar a sus vecinas esas flores de papel magníficas que han sembrado por allí o para pedir prestado un abrigo para alguna forastera friolenta y olvidadiza como yo. Tal vez haga el camino de vuelta el próximo diciembre o cualquier día de estos. Quizás vaya con la propia Tatiana. Ojalá. Nuestra cita, adivino, será con todo lo bueno y lo bello que rodea la ceiba real, maravillosa, cubana…Y mía también desde el 21 de diciembre de 2024. (rda)





