Mayabeque, Cuba: Yoanys Hernández Camejo, la guajirita tejedora de Catalina de Güines que se enamoró de los gusanos de seda, sigue acaparando la atención. Esta vez, el hecho que la realza, es la bufanda de seda recién terminada y con la cual se adornó para esta foto, histórica pudiéramos decir. Se lleva la exclusividad por varias razones. Primero, ella misma lo explica: “Es la primera bufanda de seda cubana hecha con hilo obtenido de los gusanitos criados por mí.”
Segundo, confeccionó la prenda de dos metros de largo en apenas 30 minutos, gracias a las máquinas de tejer donadas por Cuba Innova, un proyecto financiado por el Ministerio francés de Europa y Asuntos Exteriores y ejecutado por la Embajada de Francia en Cuba, el Instituto de Investigación para el Desarrollo (IRD) y el Centro de Cooperación Internacional en Investigación Agronómica para el Desarrollo (CIRAD), de conjunto con el Grupo de Sericultura de la Estación Experimental de Pastos y Forrajes Indio Hatuey.
Y tercero, aunque pudiera apuntar muchas más, es la primera mujer campesina, artesana y artista que practica la sericultura en Mayabeque y la primera en obtener una licencia ambiental para esta actividad, otorgada por el Citma con el respaldo de la Federación de Mujeres Cubanas (FMC), a nivel nacional.
Aunque la bufanda es la noticia del momento, ya Yoanis se había ganado elogios y reconocimientos con los collares y pendientes de seda, que ha exhibido en diferentes exposiciones, la III Feria de Desarrollo Local efectuada recientemente en Mayabeque y en otros espacios de la Asociación Cubana de Artesanos Artistas (ACAA) a la cual pertenece y enorgullece.
Además de las máquinas para tejer indistintamente: cordones, gorros y bufandas y blusas, sayas y abrigos, esta hada de las agujas y la seda que es también el corazón del proyecto comunitario Las arañitas de Mery, recibió una cocina de inducción y las cazuelas para hervir los capullos, una bomba de agua y el sistema de riego por goteo, tan necesario para su finca ProSeda, donde cultiva cerca de dos mil plantas de morera para que a sus gusanos de seda no les falte el alimento ni a ella, el hilo.
Pues con todos esos regalos, más que merecidos, salta de alegría la mujer de 47 años de edad, quien lidera desde hace varios años el taller Tejedoras de sueños en la Casa de Cultura de su pueblo de Catalina.
Se han puesto así, los recursos, no solo en buenas manos, sino en unas manos de hierro y espuma renuentes a dejar quietas las agujas, asegura ella, ni por todas las máquinas, (que se agradecen), más sofisticadas del mundo.
“Los científicos y economistas no son como nosotros los artesanos. Es verdad que en las máquinas se teje más rápido, pero te quita el placer de dar tú misma las puntadas. Me hubiera pasado cuatro tardes y noches completas tejiendo con deseos, con las agujas, para hacer esa bufanda. En la máquina la hice en media hora, demorándome, porque era la primera vez que la probaba. El tejido queda igual, pero no es lo mismo, no da el mismo placer.”
Lo dice la tejedora que compartirá sus saberes y su historia en el XIII Congreso de la ANAP, previsto para mayo de este año.
Lo confiesa la misma mujer que se atrevió a abrir en Mayabeque el camino de la sericultura, con la misma pasión con que ha regalado sus lecciones de tejido, su ejemplo y su sonrisa. (rda)