Crimen de Barbados, un dolor que perdura

Era el 6 de octubre de 1976 y 73 personas, de ellas 57 cubanas, 11 guyanesas y cinco norcoreanas, incluidos los integrantes del equipo de esgrima juvenil de Cuba, cayeron al mar en un avión herido de muerte.

La fecha se clavó, cual daga encendida, en las entrañas de la nación. Familiares, amigos, vecinos y otros reflejaron su sufrimiento en lágrimas, estupefacción y quizá hasta algún piñazo a la pared o al aire, porque el dolor era demasiado.

Cuenta mi madre que ella escuchó la noticia por la radio y sintió una angustia tan grande que sus ojos no soportaron el peso de las lágrimas. Todo el país estaba indignado.

La aeronave había despegado del aeropuerto internacional de Seawell, en Bridgetown, capital de Barbados, y la explosión de dos bombas en su interior hizo que se precipitara, incendiada, al mar.

Según narran varias personas, desde una playa cercana, presenciaron el suceso, cual escena de una película de terror, que seguramente jamás olvidarán.

Los venezolanos Hernán Ricardo y Freddy Lugo, cumplieron las orientaciones de Luis Posada Carriles y Orlando Bosch Ávila, dos conocidos terroristas, con el apoyo de Estados Unidos (EE.UU.).

Nueve días después, el 15 de aquel mes de octubre, en la Plaza de la Revolución, en La Habana, más de un millón de personas, en representación de todo el pueblo, despidió a las víctimas de aquel horrendo crimen.

Los dos principales terroristas que organizaron y dirigieron ese atentado, Luis Posada Carriles y Orlando Bosch Ávila, ambos colaboradores de la CIA, jamás fueron sancionados con el rigor que la ley establece para ese tipo de crímenes.

Aquellos esgrimistas formarán parte por siempre de la rica historia del movimiento deportivo en la Isla, que cuenta en esa disciplina con ilustres atletas de talla mundial como Ramón Fonst, Rolando Tucker, Elvis Gregory o Zuleidis Ortiz, por solo citar algunos nombres.

En Cuba el 6 de octubre es considerado de manera oficial como Día de las Víctimas del Terrorismo de Estado. La fecha fue escogida precisamente para recordar el crimen contra el avión, cuyos autores tenían probados vínculos con la estadounidense Agencia Central de Inteligencia.

Isamary Valero

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