Beirut: La reconstrucción del Líbano será una tarea inmensa, solo comparable a garantizar que los 300 millones de dólares prometidos en ayuda internacional lleguen al destino correcto en un país de proyectos invisibles y negados a auditorías, publica Prensa Latina.

En medio de esta situación, el primer ministro de Líbano, Hassan Diab, anunció la dimisión de todo su gabinete ante las masivas manifestaciones de descontento que vive ese país.

El puerto, epicentro de la explosión destructora de la mitad de Beirut, la capital, y una de las principales fuentes de la economía nacional, basada en importaciones, constituye también un lucrativo negocio que se disputan facciones políticas.

Los donativos o préstamos para ese Estado requieren de auditorías en el Banco Central antes de concederlas y asegurar que los ciudadanos comunes no sean aplastados por deudas cuyos beneficios nunca ven.

A corto plazo la asistencia prevista se concentrará en emergencias humanitarias y de relativa facilidad de control, e irá a instituciones como la Cruz Roja o agencias de la Organización de Naciones Unidas (ONU).

Sin embargo, la reconstrucción real demanda inversiones en suministros y equipos, cuyos contratos antaño dieron riqueza y poder a la élite gobernante, mientras el país sigue con carreteras en ruinas, apagones diarios, basura en las calles y abastecimiento insuficiente de agua. (LHS)

Por Redacción digital

Equipo de redactores del sitio web de Radio Mayabeque

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