Mayabeque, Cuba – Todos tenemos sueños, para convertirlos en realidad se necesita determinación, entrega, pasión para conquistarlos. Esa es una de las principales lecciones que legó aquel grupo de jóvenes que reactivaron las transmisiones radiales en Güines, para dar vida el 19 de abril de mil 970 a Radio Victoria de Girón, Radio Güines después, Radio Mayabeque, ahora.
Es justo recordar con SATISFACCIÓN aquellos días, cuando con muy pocos recursos y el aporte popular, una radio-base ubicada en las inmediaciones del parque central del pueblo, informaba de los resultados económicos, productivos y laborales de la región.
Era lógica y comprensible la exaltación de los fundadores. Quizás para ellos eran tiempos de intuición, pero el entusiasmo que los animó devino mástil de un ESFUERZO al que no se podía renunciar si la meta era lograr algo grande.
Fue entonces que a la naciente historia se le incorporaron nuevas páginas. Radio Victoria de Girón dio paso a Radio Güines, emisora que poco a poco fue ganando espacio dentro del panorama radial cubano.
No fue fácil, es verdad. Desde finales de los años 80 y durante toda la década de los 90 del pasado siglo, acontecieron profundas transformaciones. El mejoramiento tecnológico y la entrada de profesionales graduados de diferentes academias, entre ellos jóvenes con una visión distinta de hacer periodismo y arte desde la radio, dieron un giro positivo y diferente a la programación. La identidad sonora y las formas de hacer en las áreas informativa y variada, se convirtieron en únicas e inconfundibles.
El crecimiento integral de los realizadores, las producciones con formas y características novedosas, condujeron a ocupar primeras posiciones en los Festivales de la Radio Cubana, por encima, incluso, de emisoras nacionales. Surgió entonces la interrogante que llega a nuestros días. ¿Cuál es el secreto?
La realidad condujo al RETO, superar los resultados que ya mostraba la emisora, a sabiendas de las limitaciones tecnológicas, propias de un período económico difícil y de la mediatización de los temas cubanos por las grandes transnacionales de la información. Las carencias materiales no agrietaron la forma de pensar y gracias a la entrega de quienes la hacían, Radio Güines alcanzó la categoría de emisora municipal de referencia en Cuba.
A la conquista de premios internacionales, grandes premios y premios en los Festivales Nacionales de la Radio, los caracoles de plata en el Concurso de la UNEAC, los galardones en eventos periodísticos, entre otros, se suma lo alcanzado como centro de labor cotidiana, gracias al esfuerzo combinado de cada uno de sus integrantes: colectivo vanguardia nacional del Sindicato de Trabajadores de la Cultura por 20 años consecutivos, Banderas de la Unión de Jóvenes Comunistas y Jesús Menéndez, Premio del Barrio de los Comités de Defensa de la Revolución y más, mucho más.
Con la división político-administrativa de la provincia de La Habana en el dos mil 11, la planta radial pasó a llamarse como el naciente territorio, Mayabeque. Por sus resultados le concedieron la alta responsabilidad de convertirse en emisora provincial. Algunos pensaron que era el fin de una trayectoria tejida punto a punto por quienes en diferentes momentos permanecieron y permanecen asidos a la radio.
Era necesario demostrar que la CONTINUIDAD, como en toda historia, es asunto de quienes la hacen. Ante las circunstancias, periodistas, artistas y personal administrativo salieron a la conquista de los nuevos oyentes, a reflejar en la programación la diversidad económica, política y social de once municipios asentados en la provincia más joven del país, y lo lograron.
19 de abril de dos mil 18. Cuarenta y ocho años después de la oficialización como medio de comunicación, los que hoy hacen radio en este punto de la geografía cubana, miran con satisfacción el tiempo pasado, se esfuerzan por enriquecer una historia protagonizada por diferentes generaciones y aceptan el reto de la continuidad. Para lograrlo, optaron por no ir a donde llevaba el camino, sino transitar por donde no hay senderos, dejando sus propias huellas. Así, tan ardua como sencilla es la respuesta a quienes aún se preguntan ¿cuál es el secreto?