Cuba es un país de grandes resultados deportivos, desde el propio triunfo revolucionario de 1959 ya Fidel sentenciaba: “venimos decididos a impulsar el deporte a toda costa, llevarlo tan lejos como sea posible, pero para ello es necesario la ayuda de todos”.
La Revolución hizo que el deporte se convirtiera en un derecho del pueblo, se crearon los Consejos Voluntarios Deportivos, las Escuelas de Iniciación Deportiva, los Centros de Alto Rendimiento, todas canteras de campeones.
El amor de Fidel y la dedicación a varias disciplinas deportivas forjó y agigantó el compromiso de los practicantes con el atleta mayor.
Así Teófilo Stevenson no cambió el aplauso de sus seguidores por todo el dinero del mundo, Javier Sotomayor se impulsó tan cerca del cielo como ningún otro humao ha podido llegar y Ana Fidelia Quirot regresó a las pistas de atletismo después de su accidente, para regalar otras medallas a Cuba.
Las espectaculares morenas del Caribe, bañaron de oro el Voleibol Olímpico, Omar Linares conectó jonrón y dio el triunfo al béisbol cubano.
Esa es la obra de Fidel, también los hits de Urbano González, las bases robadas de Antonio Ñico Jiménez o los cuadrangulares de Romelio Martínez.
La despedida o el recibimiento a cada delegación deportiva, el elogio o crítica oportuna tras determinado resultado, el acompañamiento a los atletas en los buenos y malos momentos siempre identificaron al deportista mayor.
Por eso en su cuello van colgadas todas esas medallas, su ejemplo y estirpe de campeón siguen invicta, ahora desde la inmortalidad continúa cosechando triunfos, ganando las más difíciles batallas, porque Fidel es Cuba, es Deporte, es gloria. (BSH)