…“quizás lo más angustioso es el paso del tiempo por nosotros, por mí, en este caso. Querer volver con la misma fuerza, con el mismo brío a hacer lo que hicimos ayer, a veces, no es posible”. (Eusebio Leal Spengler)
Mayabeque, Cuba: Así expresó el erudito historiador al intercambiar con el cantautor Amaury Pérez en el programa “Con dos que se quieran”, estaba claro que la vida tiene un límite para los humanos, no importa que sean como él, grande por lo que hizo y nos lega.
A partir de este 31 de julio de 2 mil 20 ya no transitará más por las añejas calles de La Habana Vieja, ni por el Paseo del Prado, ni por las obras que poco a poco le van cambiando el rostro a un pedazo primigenio e inigualable de la capital cubana, pero seguirá estando porque sus enseñanzas permanecerán como didáctica imprescindible de un hombre que hace mucho tiempo dejó de ser él para convertirse en el velador por excelencia de la mayor urbe de este archipiélago.
Eusebio Leal nunca se avergonzó de su entrega al Evangelio y supo encontrar en la revolución triunfante las respuestas a sus “intensas y sufridas inquietudes sociales”.
“Tuve una profunda convicción, dijo Leal, “cuando leí una vez una carta que Fidel le envía al padre de Renato Guitart, una carta muy conmovedora, por cierto, muy intensa, hablándole del destino de su hijo, de la muerte de Renato en el Moncada, sentí que lo que estaba escrito allí era una protección, era una palabra de respuesta a mis propias inquietudes. Y desde mis convicciones, ingresé en el seno del Partido Comunista de Cuba, creyendo en el programa del Partido, en la voluntad y en el espíritu de lo que ahí estaba contenido”.
El que nunca dejará de ser el Historiador de La Habana se consideraba fidelista. El pensamiento de Fidel, argumentó, “fue más abarcador y más amplio, y por naturaleza más revolucionario y hasta a veces más iconoclasta, que los cánones del dogma o de la doctrina”. Quizás por eso fue para un privilegio estar cerca de Fidel y de otros hombres y mujeres que también le fueron y le son fieles a la Patria.
Eusebio Leal Spengler ya no está físicamente entre nosotros, muchas personas en el mundo, junto al pueblo cubano, le despedirán como el hombre que fue lo que quiso ser, que disfrutó lo que construyó, que amó La Habana y a ella se entregó en cuerpo y alma.
Fue tan dado a su causa que le quedó poco espacio para sí mismo, fue prosa subyugante y estremecedora, creyó profundamente en la libertad e hizo de la lealtad el sacerdocio infinito de aquellos que, aun partiendo, siempre están.