Mayabeque, Cuba: Si estamos informados cada día, sabemos de la pandemia, lo que hacen las autoridades locales para enfrentarla, las orientaciones sanitarias, el trabajo de médicos, enfermeras, laboratoristas y agentes del orden interior; los donativos de alimentos y la iniciativa popular es gracias a la labor de los periodistas.
En las ciudades y zonas rurales andan con cámaras, grabadoras, agendas y bolígrafos en ristre para captar y dejar testimonio de todo cuanto recopilan para divulgarlo con prontitud, conscientes de que hay muchos esperando para ver o escuchar los reportes de primera mano.
A veces, para lograrlo, los trabajadores de la prensa en Mayabeque deben asumir riesgos e incluso temores. Pero es su tarea. Les toca. Y lo hacen anónimamente, sin protagonismos, de la misma manera sencilla que el personal de un hospital, centro de producción o la agricultura.
Hace poco, ya pasadas las 10 de la noche, una colega que acababa de llegar a su casa me definió con dos palabras cómo se sentía: “Estoy agotada”. Y no era para menos. Había partido temprano en la mañana hacia su medio de prensa a fin de cumplir la misión del día junto a otros compañeros de profesión, sumando muchas horas más al cansancio acumulado. Y como ella, otros profesionales del sector hacen lo mismo, venciendo distancias y dificultades.
En fin que, mis colegas en la provincia, como los de todo el país, cumplen de manera altruista y apasionada su labor. Gracias a eso, los que permanecemos en casa protegiéndonos de la Covid-19 estamos informados día a día, por lo cual bien merecen el plauso de todos.
