La unidad es la fortaleza de los barrios cubanos. Foto.Archivo

Los Comités de Defensa de la Revolución (CDR), núcleo aglutinador del pueblo, son sistemáticamente el centro de ataques mediáticos de quienes sustentan una incesante guerra ideológica anticubana.

¿Cuál es realmente la razón de ese ensañamiento provocador? La respuesta es simple: desde su fundación son el motor impulsor de las transformaciones socio económicas en las comunidades, barrios y calles del país, a la par de ser un poderoso factor de apoyo a campañas de vacunación, procesos electorales y políticos, entre otras acciones. Por eso se les cuestiona, ataca y menosprecia.

Cierto es que no todo es color de rosa en el trabajo cederista. El desemñeo no es el de los primeros años. Pienso que se ha ignorando la necesidad de cambiar tácticas y estrategias acomodadas a los nuevos tiempos, las que reclaman el fortalecimiento de sus compromisos fundacionales y la incorporación de nuevas funciones dentro de la sociedad cubana.  

Los CDR representan al pueblo y jamás grupúsculo enemigo podrá movilizar a tanta gente en este país. De allí emana el odio impotente hacia una organización incapaz de traicionar a la Revolución.

En los últimos años la organización cederista recibe ataques mediáticos desde fuera y desde adentro del país por enemigos internos y medios alternativos, tratando de imponer la matriz de opinión de que la organización perdió su razón de ser y que tienden a desaparecer.

Lo verdaderamente real es que les duele hondamente la permanencia de los CDR en todas las urgencias y tareas que surgen.

Para fortalecer sus raíces el Octavo Congreso de la organización marcó un hito en la vida cederista, pues se analizaron los problemas que afectan, la necesaria revitalización, la dinamización de su forma de actuar y el necesario reajuste de sus funciones, atemperadas al momento actual.

Se trata de una estructura social muy activa, ¿acaso no son cederistas los que fueron a África a luchar contra el ébola, los que hoy arriesgan sus vidas para evitar la propagación de la Covid-19, los que trabajan en centros hospitalarios o de aislamiento, los jóvenes que hacen las pesquisas?.

Los CDR están vivos para malestar de quienes mantienen ese pensamiento caduco y desenfrenado de que la organización propuesta por Fidel y aclamada por el pueblo aquel 28 de septiembre de mil 960, avanza hacia sus días finales.

60 años después son pilar y garantía de lo que somos, juez y también parte activa en el proceso de profundas transformaciones, en la resistencia ante las carencias y limitaciones económicas, sin perder la esencia misma de una sociedad profundamente solidaria y humana.

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