Dulce María López, ahora es instructora de teatro, pero en su niñez su afición por la décima la descubrió una de sus maestras de la enseñanza primaria.
Para llegar a la escuela de arte tuvo que hacerlo a escondidas de sus padres, pero lo logró y confiesa no arrepentirse nunca de ese paso, pues como dijo el escritor Manuel Galich, “Siempre que aprendas algo nuevo es como si naciera una estrella”.
Ahora, disfruta caminar por las calles de San José de las Lajas y que sus alumnos la llamen diciéndole profe, eso, dice, es resultante de la necesaria unión entre el maestro y los educandos. (adm)