Héroe nacional de Cuba, José Julián Martí Pérez. Foto: Prensa Latina

En enero de 1891 apareció un nuevo número de la revista ilustrada de Nueva York. Una publicación mensual en español que editaba en esa ciudad el panameño  Elías de Losada.

En afectuosa carta a Losada, del 17 de noviembre de 1990, José Martí aceptó su encargo de escribir unas cuartillas para el número de enero, Nuestra América, un extenso ensayo, considerado una de sus obras fundamentales por contribuir decisivamente a  la comprensión y defensa de la identidad latinoamericana y de la identidad y soberanía de nuestros pueblos y que cumplió este enero 130 años de vigencia.

El ensayo Nuestra América está compuesto de solo 11 párrafos pero que en cualquiera de sus ediciones ocupa muchas páginas.

Nos sorprendería que personas de tantos deberes y asuntos cotidianos como Martí pudiera preparar un ensayo de semejante extensión y tanta envergadura de idea y de riqueza en tan escaso tiempo, de no conocer su extraordinaria originalidad de pensamiento  y su rapidez en el ejercicio de la escritura.

Aunque el ensayo Nuestra América es una unidad de secuencia lógica argumentativa propios de los escritos del apóstol, en el texto se puede apreciar tres partes de análisis profundo sobre el tema de nuestro continente: La primera se desarrolla durante los dos primeros párrafos encaminados a marcar la importancia de la defensa unitaria de nuestras tierras.

Desde la imagen del aldeano vanidoso, encerrado en sus asuntos de villorrio y ajeno al mundo, Martí sostiene que la época exigía una acción inmediata para proteger a nuestra región. Así, exige trincheras de ideas, porque es la hora del recuento y de la marcha unida, y hemos de andar en cuadro apretado, como la plata en las raíces de los Andes.

 La segunda parte es la más extensa y se dedica a estudiar minuciosamente cómo y por qué Latinoamérica independiente vivía bajo inestabilidades permanentes, lo cual debilitaba su capacidad para impedir su caída bajo sus poderes hegemónicos. 

Y decía Martí: “El gobierno debe nacer del país, el espíritu del gobierno ha de ser del país, la forma del gobierno ha de avenirse a las constitución propia del país. No hay batalla entre la civilización y la barbarie sino el de la falsa erudición y la naturaleza”.

En la última parte del ensayo Nuestra América, nuestro Héroe nacional refiere cuál era el tigre de afuera, el enemigo: “El desdén del vecino formidable que no la conoce es el peligro mayor de nuestra América”. Habla Martí del imperio creciente y poderoso de los vecinos del norte.

Esta alerta, sin dudas antiimperialista, frente al expansionismo creciente en Estados Unidos, es la conclusión lógica y acertada de quien convocaría al pueblo cubano a la guerra necesaria por su independencia y para contribuir así a impedir ese derrame de la naciente potencia del norte por las naciones románticas del continente y por las islas dolorosas del mar, donde habría de florecer la semilla de la América nueva. (IVP)

Yarisleidy Cabrera

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