Hoy Juan Almeida Bosque cumpliría 94 años de edad. Mucho se conoce de su trayectoria combativa que le hizo acreedor del grado de Comandante de la Revolución. Sin embargo, en la existencia de este revolucionario el arte ocupó un lugar muy importante, sobre todo la literatura y la música.

Precisamente a la música dedicó buena parte de su tiempo, pues tuvo gran sensibilidad artística, elevada calidad estética, romanticismo innato y sagacidad exquisita para plasmar en canciones lo cotidiano de la vida.

Almeida escribió más de 300 piezas musicales y nueve libros relacionados, en su mayoría, con la epopeya de la Revolución Cubana, lo que da fe de su extraordinaria capacidad creadora. Entre las composiciones más populares sobresalen La Lupe, Este son homenaje,

Mejor concluir, El gran día de enero, Qué le pasa a esa mujer y Por teléfono no. Mientras que de su prosa resaltan El general Máximo Gómez, Por las faldas del Turquino, ¡Atención! ¡Recuento!, La Sierra Maestra y más allá y La aurora de los héroes.

Aunque aparentemente sin hábitos para componer, su hijo Juan Guillermo (JG) y Juana de los Cuetos, trabajadora de los Estudios Siboney, coinciden en que el Comandante prefería la cercanía al mar y el vínculo directo con la naturaleza donde estimulaba la musa que le acompañó siempre. También lo hacía en su auto, donde guardaba un block de notas y una grabadora, en la que captaba cuanta melodía se le ocurriera en el trayecto de un lugar a otro.

Pero según JG el sitio favorito de su padre para transformar las ideas en arte era una ciudad separada de la capital por casi 1 000 kilómetros, a la que llegó por primera vez en julio de 1953 y donde mejor se resguarda su legado musical: Santiago de Cuba. (IVP)

Por Redacción digital

Equipo de redactores del sitio web de Radio Mayabeque

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