Recientemente una ciudadana estadounidense explicaba que para muchos norteamericanos el bloqueo les resulta indiferente, puesto que no conocen de él a pesar de la existencia del embargo económico por más de seis décadas.

Resulta lógico, pues ellos no lo sufren a diario, ahora lo inexplicable es la negación de algunos cubanos a un problema cada día más evidente. No podemos obviar los obstáculos internos, sería tratar de silenciar la voz de una nación, sin embargo hacer caso omiso de las afectaciones reales del cerco financiero es igual de imperdonable.

Un tema sensible que por supuesto no escapa de las malas intenciones de la política extraterritorial de los Estados Unidos es el sector de la construcción.

Ante la negativa de la administración vecina de no venderle a Cuba equipos y piezas, la Empresa Exportadora e Importadoras de Equipos para el ramo tuvo que realizar pagos adicionales a países de Europa y Asia por flete de tres contenedores, un exceso de gastos por reubicación geográfica del comercio y problemas con el suministro de recursos contratados.

Asimismo imposibilita adquirir materias primas y portadores energéticos para la producción de materiales de la construcción con componentes estadounidenses, así como el dólar en las transacciones comerciales y financieras en el exterior, por ende genera pérdidas en la variación cambiaria y encarece el producto.

El bloqueo estadounidense al pueblo cubano es real, su alcance ilimitado lo hace imposible de obviar y más en la actual situación epidemiológica. (BSH)

Nileyan Reyes

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