José Martí fue designado Mayor General del Ejército Libertador un 15 de abril de 1895, nombramiento efectuado por el  General en Jefe Máximo Gómez Báez, que además lo reconocía como Delegado del Partido Revolucionario Cubano.

Aquel día en su Diario de Campaña el Maestro expresó: “Lo abrazo. ¡Me abrazan todos (…) de un abrazo, igualan mi pobre vida a la de sus diez años (de guerra)!”

Un momento inolvidable resultó para el patriota el recibir ese  nombramiento, por parte del alto mando del Ejército Libertador encabezado por Máximo Gómez.

Aunque Martí no había participado en combates, dominaba los principios del arte militar y de la política asociada a los conflictos para lo cual estudió las guerras napoleónicas, la de secesión de EE.UU., y otros importantes conflictos del siglo XIX y por supuesto detenidamente la de los Diez Años y las causas de su fracaso y el de otros intentos posteriores.

El Maestro fue organizador de un sistema de inteligencia del Ejército Libertador en la capital, dirigido por José Candelario Pons y Naranjo, que trabajó sin ser descubierto por el espionaje español durante toda la insurrección.

El ascenso de José Martí a la condición de Mayor General más que de satisfacción y orgullo personal, le sirvió de inspiración para empinarse sobre prohibiciones y consejos y morir de cara al sol en los campos de batalla.

Las ideas y ejemplo del Apóstol inspiraron a la Generación del Centenario para hacer finalmente la Revolución que él soñó y siguen marcando el rumbo para todos los cubanos hacia una Patria próspera, antiimperialista y socialista. (BSH)

Elsa Gómez Valle

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