Explosión del Maine: pretexto para apoderarse de Cuba. Foto: Cubahora

Por Elsa Gómez Valle

Un 15 de febrero de 1898 ocurrió una explosión que hundió al acorazado norteamericano Maine, fondeado en la bahía de La Habana. En el siniestro perecieron las tres cuartas partes de la tripulación.

Hoy a 125 años de aquel suceso el pueblo cubano recuerda esta parte de la historia, como la acción que provocó la guerra hispano-estadounidense.

Con el pretexto de realizar una “visita amistosa”, el Maine que era  el mayor buque de guerra que jamás hubiera entrado en la bahía habanera en aquel entonces, era una más de las villanías de  la cadena de presiones que el gobierno norteamericano venía ejerciendo sobre el español, en lo que constituía, claramente, la preparación para la intervención, con propósitos expansionistas, en la guerra que los cubanos sostenían hacía ya tres años contra el régimen colonial hispano.

Dos días después del hundimiento, las autoridades españolas crearon una comisión de investigación a la que no se dio acceso a los restos del buque siniestrado, teniendo que limitarse a explorar los alrededores.

Esta comisión llegó a la conclusión de que la explosión había sido, con toda probabilidad, interna. Entre sus argumentos estaban el no haberse observado  una columna de agua en el momento de la deflagración, la ausencia de peces muertos en las aguas de la bahía y el que no se hubiera producido ningún oleaje.

Historiadores coinciden en que la detonación fue el pretexto norteamericano para inmiscuirse en la guerra independentista contra España, que finalizó con una intervención militar y la instauración de una República sometida a los intereses del país vecino.