La Sala de Rehabilitación del municipio Melena del Sur es aquel lugar maravilloso en el que, a pesar de las carencias de los tiempos, como dijera el poeta, el amor engendra la maravilla.
Allí se transforma el dolor en sonrisas y esa magia tiene un nombre en especial, el de la Licenciada Lisset Felipe Mirabal, sencillamente Lila para los meleneros que encuentran en la pericia y calidez de sus manos el alivio a los dolores del cuerpo, y porque no, a los del alma.
“Soy una trabajadora más, de este grupo de batas blancas que presta servicio aquí, en la Sala de Rehabilitación, cuyo denominador común es el amor hacia los pacientes. Aquí hay limitación de muchos medicamentos, pero mientras haya amor y deseo, la limitación está por debajo”.
La angustia de Elena ante el diagnostico de una afección congénita del pequeño Lucas es ya cosa del pasado. Cada mañana participa feliz en ese momento especial de las sesiones de rehabilitación con Lila, entre los juegos y risas del pequeño.
“El éxito del niño en la rehabilitación es debido a la entrega, al cariño y profesionalidad que han tenido todos los trabajadores de la institución, especialmente Lila, que nos acogió desde el primer momento”, expreso Elena.
No alcanzo a hablar de realidades como limitaciones, penurias, solo de un denominador común, la necesidad y el placer que da servir. La Licenciada Lisset Felipe Mirabal, su trabajo, su dedicación encaminada a suscitar felicidad me lleva a recordar unos versos de la gran poetiza chilena Gabriela Mistral: “Existe la alegría de vivir y de ser justos, pero ante todo existe la inmensa alegría de servir”. (IVP)