Es difícil encontrar una familia que no esté relacionada con el inicio del curso escolar. En Cuba todos tenemos un amigo, un familiar o alguien que trabaje en el sector educacional o sea alumno de un nivel de enseñanza. Este curso que está a pocos días de comenzar es decisivo para volver al calendario de siempre. Algo que no se decide únicamente en el aula, sino que todos los trabajadores del sector y las familias son importantes para restablecer la añorada normalidad del período lectivo.
Alrededor de este comienzo giran historias de heroísmo cotidiano. No me refiero a desafiar balas o batallas históricas, sino a aquellas anécdotas de maestros que se mantienen firmes en el puesto de trabajo con los enredos del salario, la falta de transporte, el desabastecimiento de materias primas, alimentos y medicina.
¿Cómo lo hacen y cuáles son las motivaciones de esos verdaderos patriotas que están en las escuelas?
Para nadie es un secreto la escasez con que hoy se vive y a pesar de ello los afiliados al Sindicato Nacional de Trabajadores de Educación están ahí firmes, basta indagar cómo están preparando el curso escolar, porque ya están en las aulas.
Soy madre de 2 niños y me gustaría sobremanera que cuando ellos comiencen en sus respectivos centros educacionales tengan las condiciones básicas para sentirse a gusto. ¡Oiga! un aula pintada, limpia, con su mobiliario en buenas condiciones, se agradece. Pero también soy consciente de que eso no le toca solo al maestro. Él, como yo y como otros, también vive de un salario que no le alcanza para el mes, ¡imagínese para comprar pintura!
Ninguno de nosotros cayó de otro planeta. Todos tenemos los pies bien puestos en la tierra y sabemos que el sector de la Educación entrega a sus trabajadores todos los recursos que tiene hasta donde alcance. Ojo, ningún padre está obligado a colaborar, pero ¿por qué no contribuir con la limpieza de un aula, sembrar una planta y adornar el ambiente del lugar donde nuestros hijos permanecen 8 horas?
El maestro es, en mi opinión, el trabajador más agradecido que existe. Se contenta si lo ayudan a conformar el mural del aula, si lo apoyan recortando las figuras que luego debe pegar en las libretas de nuestros hijos, si le entregas un pedazo de cartulina para crear un medio de enseñanza que sirva de apoyo en sus clases.
Sí aun no te has acercado a la escuela de tu hijo, hazlo, pregúntale a su maestro en qué puedes serle útil. Todo eso te lo devolverá en un alumno formado y preparado para el futuro y tus hijos también te lo agradecerán.