No viví aquellos días inciertos que comenzaron el 28 de octubre hasta la alocución de Fidel al pueblo el 12 de noviembre de 1959. No lo viví, pero sí conocí por personas cercanas, las angustias, la incertidumbre y el dolor cuando Camilo no estuvo más. La vida pasa ante nuestros ojos, a la vez que marchamos nosotros en ella. Somos parte de una serie de acontecimientos maravillosos y terribles, inmensos e imperceptibles, pero aquí estamos, en el tiempo que nos toca, para contar lo que hemos podido vivir y amar. Y todo aquel tiempo que se nos fue, nos pertenece por ser legado de los abuelos y padres, y porque lo leemos o lo revivimos en sonidos e imágenes de video blanquinegras.
La búsqueda, el dolor y el enemigo
Ante mis ojos, el periódico Revolución del año 1959, específicamente del mes de octubre, aquel octubre que fue tan glorioso hasta su día 26, librando batallas frente al enemigo en la Revolución triunfante, y que a partir del 28 tuvo dos semanas de angustias que todavía no se olvidan: la búsqueda de uno de los héroes más queridos por el pueblo: Camilo.
Por eso aparece el martes 27 de octubre, en la página cuatro de Revolución, junto a otros dirigentes revolucionarios, hablándole al pueblo. Aquel sería su último discurso en una capital ardiente y, para serlo sin saberlo, tuvo la magia y la fuerza de un testamento, coronado con los versos de Bonifacio Byrne a la bandera de la estrella solitaria. Luego el viaje a Camagüey a poner punto final a la traición de Hubert Matos. Luego su salida a La Habana, donde le esperaban nuevas tareas… Y luego la angustia de no saber, del tiempo que pasa y la avioneta no llega, el antecedente de otros accidentes –como el de Raúl en el mes de mayo de ese propio año- que no fueron fatales, ampararon todo tipo de suposiciones y esperanzas.
BUSCAN A CAMILO fue el titular de Revolución del 30 de octubre, en una nota que abarcó la primera plana y que adjuntaba la nota oficial emitida:
La Sección de Prensa y Radio del Ejército Rebelde informó anoche lo siguiente:
-Se hace saber por este medio a la opinión pública, que en el día de ayer, 28 de octubre, a las 6:01 P.M., salió del aeropuerto de Camagüey, el avión bimotor de la FAR, Marca CESSNA 310 No. 53, de cinco plazas rumbo a La Habana, conduciendo al Jefe del Estado Mayor del Ejército Rebelde, Comandante Camilo Cienfuegos, quien iba acompañado por el piloto de dicho avión, Primer Teniente Luciano Fariña Rodríguez y el soldado rebelde Félix Rodríguez, los que, desgraciadamente, no han llegado a su destino.
-Las búsquedas efectuadas hasta ahora, has resultado infructuosas las que se reanudarán hoyen toda el área comprendida entre La Habana y Camagüey. La existencia de turbonadas a esa hora entre Ciego de Ávila y Matanzas, pueden haber ocasionado algún accidente, estimándose que haya ocurrido en un punto al norte de la provincia de Camagüey, Las Villas o Matanzas.
-La FAR, auxiliada por la aviación civil y unidades del Ejército Rebelde, realizarán un esfuerzo supremo en el día de hoy, por encontrar el avión desaparecido.
En aquella primera plana, se refiere que por razones de seguridad Camilo no había informado su vuelo ni la ruta que seguiría, por lo cual se demoró en llegar la noticia de su desaparición. La última persona con la que habló fue con el Capitán Méndez, Jefe del Regimiento de Camagüey, con el cual conversó por microondas unos minutos después de despegar del aeropuerto agramontino.
Fidel, en la sede de la Fuerza Aérea Rebelde había indicado desde la madrugada de reanudar la búsqueda a las 6 de la mañana. En extremo preocupado, fue a buscarlos también desde el avión Sierra Maestra, y entre los compañeros que le acompañaban estaban Celia Sánchez, Osmani Cienfuegos y William Gálvez. Raúl, desde su recién asumida misión al frente del Ministerio de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, rápidamente impartió instrucciones y no descansó ni un minuto en aquellas dos semanas. Siete aviones, cinco de las FAR y 2 de Aerovías Q, partieron a la búsqueda en las primeras zonas de las 25 en que fue dividida Cuba de Las Villas a Camagüey incluyendo el mar, según el mapa confeccionado por la FAR: La ciudadanía vive horas de intensa ansiedad, pero con la esperanza de que en el día de hoy aparezca sin novedad el querido héroe de la Revolución, Camilo Cienfuegos.
La edición del 31 de octubre tenía lo siguientes titulares: Preocupación por la suerte de Camilo, 65 HORAS PERDIDO; o Redoblada la búsqueda del avión desaparecido. Escudriñarán zona por zona, Actúa Fidel personalmente. Ese día, luego de los preparativos durante toda la madrugada, la labor inició alrededor de las cuatro de la mañana con aviones que despegaron de Ciudad Libertad, apoyados por un gran número de embarcaciones de la Marina de Guerra Revolucionaria, barcos particulares y pescadores; así como por un gran número de campesinos y miembros del Ejército Rebelde que buscaron por tierra.
Seguiremos buscando. Fidel, se leía en la primera página de Revolución el 2 de noviembre de 1959. El entonces Primer Ministro, Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, encabezaba personalmente las labores de búsqueda mientras quedase la mínima esperanza. La foto de un Fidel, primerísimo plano, al habla por teléfono durante la operación que hasta ese momento había sido infructuosa, la de Osmani Cienfuegos, el hermano, tristísimo; un dedo señalando la próxima cuadrícula de territorio a escudriñar. Así lo refiere una nota en portada que reflejaba la posición y el sentir del diario y del pueblo:
Nunca un acontecimiento ha causado tanta ansiedad como la desaparición del comandante Camilo Cienfuegos, víctima, sin duda, de un deplorable accidente de aviación. Puede decirse que todo el pueblo cubano ha hecho de la febril búsqueda de Camilo un problema personal, algo que directamente atañe a cada persona; es como si con la persona de Camilo se nos fuera a todos una parte de nuestra tranquilidad y nuestra alegría. Porque Camilo es ya un poco de todos. Y la ansiedad familiar tiene mucho de ansiedad nacional. No podría señalarse con claridad dónde termina la preocupación de sus deudos y dónde termina el dolor de sus compatriotas. Ni si son dos o una misma cosa.
Las fotografías de aquellos momentos son muchas. El padre, Ramón Cienfuegos, preguntándole a Juan Almeida si se sabía algo nuevo, o junto a Marcelo Fernández y otros compañeros sobre la búsqueda que se realizó por Las Bahamas; el Che pendiente a cada minuto del amigo queridísimo. Cada corresponsal reportando desde su zona, o la suspensión de los carnavales en el poblado de Manguito por la desaparición de Camilo; nada por la costa sur, tampoco en los cayos; la iglesia de Güira de Melena se desbordó de personas que fueron a pedir por la aparición del Héroe de Yaguajay, y así sucedió por ejemplo en Santiago de Cuba, Santa Clara, La Habana y en Holguín, desde donde también salieron campesinos rumbo a Camagüey para sumarse a la búsqueda. En varios sitios se dieron falsas alarmas, ante sucesos en que algunos pobladores creían que podría tratarse del avión de Camilo, pero nada. Las avionetas encontradas en Cayo Anguila -a 48 millas náuticas de Isabela de Sagua- un Cessna y un Piper, tampoco se relacionaban con Camilo, y se comprobó por los objetos hallados en el lugar que provenían de Estados Unidos y que estaban involucradas en actos de sabotaje contra Cuba efectuados a mediados de octubre. Cada sitio fue revisado sin hallar una sola evidencia del Cessna de Camilo y sus compañeros. Así lo refería el órgano del Movimiento 26 de Julio:
En estos días la imaginación popular ha sido más volandera que jamás. Las “bolas” nacían y se extendían con increíble rapidez. Se conjeturó, analizó, discutió todos y cada uno de los ángulos de la desaparición de Camilo y sus dos acompañantes. Pero tras las “bolas”, conjeturas y discusiones había una verdad latente: el pueblo seguía teniendo esperanzas. El pueblo se negaba a admitir con simplicidad lo que en el fondo él mismo temía: la tragedia. El pueblo cubano hubiera querido ser en estos días un extraordinario taumaturgo capaz de hacer aparecer a Camilo. Y que de nuevo todos pudiésemos contemplar el rostro noble, la mirada limpia y sincera de Camilo. El pueblo hubiera querido con todas sus fuerzas oír la voz criolla, llena de acentos cubanísimos, del menos marcial de todos los Jefes de Ejército del mundo. Porque en la sencillez del héroe veíamos conjugadas todas las virtudes de nuestro pueblo. Porque Camilo pose algo que no es posible describir ni analizar. Un algo inexplicable y presente y que García Lorca definió con tener “ángel”. Y eso que no es posible describir, ese inexplicable en Camilo lo ha convertido en algo así como el “ángel de la Revolución.”
El día 4 de noviembre, más de 150 hombres registraron el Cayo Cinco Leguas; proseguían labores de buceo en Barlovento y Casilda. La comisión creada para las investigaciones pertinentes, rendía sus partes sobre las hipótesis de posibles trayectorias a causa de las turbonadas que ese 28 de octubre afectaron la zona de Camagüey, y que otros pilotos refirieron que también debieron cambiar rumbo ese mismo día; lo que se unía a que el Cessna llevaba combustible solamente para tres horas. La familia de Camilo, de Luciano Fariñas y Félix Rodríguez, aguardaban con una esperanza que cada día se aferraba más al milagro.
En la tarde de ese 4 de noviembre, elementos no identificados usaron la onda por la cual se comunicaba la Marina, para difundir la falsa información de que Camilo y sus compañeros habían aparecido y estaban en el barco pesquero “Ocuje”, cercano a Cayo Largo. Radioaficionados y algunos medios locales se hicieron eco sin confirmar la información, y ello provocó que el pueblo capitalino de otras zonas del país se lanzara a la calle lleno de júbilo por la alegría de que habían aparecido vivos. Pero una vez más, no era cierto. Esa noche, el pueblo fue informado y advertido por el gobierno revolucionario de que debía estar alerta ante las falsas noticias, ya fueran las generadas por la ansiedad y el sentimiento sincero, o por el enemigo para desinformar al pueblo.
El 7 de noviembre, en una nota editorial denominada El verdadero Camilo, desde Revolución se enfrenta las campañas que ya comienzan a tejerse en torno a la figura del héroe, para reducir su dimensión de revolucionario y poner la popularidad en su carácter afable por encima de su resuelta actitud, y así poder tejer nuevas campañas en torno a la Revolución:
No, señores, todos recordamos bien a Camilo como era, y no era solamente un cubano modesto, de sonrisa perenne, era eso y era más: era un revolucionario inflexible que nunca estuvo dispuesto a hacerle la menor concesión a los enemigos de la patria. Y el pueblo no le tenía miedo al uniforme que vestía, no se lo podía tener a menos porque era el uniforme del Ejército Rebelde, del glorioso ejército del pueblo, del que se forjó en las montañas y arrojó a la tiranía del poder, del Ejército de la Reforma Agraria, del Ejército de las leyes revolucionarias, del Ejército que construye caminos, hospitales y escuelas para los guajiros. Del Ejército que no protege latifundistas ni sirve a caciques políticos, del Ejército que es “el pueblo en armas”. El uniforme del Ejército Rebelde honraba a Camilo, y nadie ha honrado tanto el uniforme verde olivo como Camilo Cienfuegos. El pueblo lo quería por revolucionario y por comandante del Ejército Rebelde. El pueblo lo quería porque jamás claudicó ante los enemigos de Cuba ni los traidores. Se seguirá buscando a Camilo mientras quede alguna esperanza. Nadie puede dudar eso. Pero no solo nos limitaremos a buscarlo, también estamos dispuestos a defenderlo para el pueblo, a arrancárselo a ciertos compinches de la SIP y de Jules Dubois que ya quieren empezar a canonizarlo.
Es así que en la edición del día 10 de noviembre, aparecen publicadas dos notas, una titulada Camilo, el Che, Raúl y Fidel: la misma cosa y la otra La Revolución nada tiene que ocultar. En la primera, que también fija la posición del diario, se desmienten los rumores y la propaganda contrarrevolucionaria sobre la existencia de discrepancias entre esos reconocidos comandantes. En la segunda, es el propio Raúl Castro Ruz quien nuevamente desmiente esa campaña, durante el acto de recordación a Ángel Ameijeiras, efectuado en Goicuría y O´Farril. El enemigo desataba sus primeras maniobras nocivas a raíz de la desaparición de Camilo, contra los líderes revolucionarios. Pero, como diría el propio Raúl ese día:
La Revolución no tiene nada que ocultar; ni secuestra, ni mata impunemente. Falsas, mendaces y mal intencionadas las versiones de una posible discrepancia entre Camilo, Guevara y yo. Un hombre del pueblo se me ha acercado dándome una proclama, donde los enemigos de la patria -¡qué ironía!- unen el nombre de Camilo Cienfuegos al de Hubert Matos. No hay parentesco posible. Para nosotros, para mí, Camilo era el gran comandante escogido entre muchos para pelear en el llano y para realizar la invasión a Occidente. Los intereses creados que se escudan tras la mentira y las traiciones, tratan de destruirnos, de situarnos uno frente a otro; pero somos de la vieja guardia y no lo lograrán.
Así se denunció en la prensa cada una de las manifestaciones de esa campaña contrarrevolucionaria y oportunista que jugó con los sentimientos del pueblo consternado por la desaparición de uno de sus héroes más queridos. El jueves 12 de noviembre, se anunció que esa noche Ante la Prensa, hablaría Fidel.
Tras dos semanas de búsqueda intensa, de noches sin sueño, jornadas infinitas, se dio por concluida la búsqueda de Camilo y sus compañeros, puesto que por el tiempo trascurrido y los resultados de lo investigado, era improbable que hubiesen sobrevivido. La desaparición del héroe pasó de alarma a incertidumbre y luego a certeza. Ese 12 de noviembre comenzó entonces a doler más el 28 de octubre, aquel último día que lo tuvo su pueblo, aquellas últimas palabras en la escalerilla del Cessna, el intercambio con la torre de control; o Emilia, la madre orgullosa de su muchacho y Ramón, el padre que lo esperaba, los hermanos, los compañeros de lucha, las familias de Luciano y de Félix. Aquella noche el pueblo lloró, definitivamente. Y diría Fidel, en sus horas de alocución en la televisión nacional, en vivo para todos los cubanos:
Hoy es asombro de todos nosotros, hoy el recuerdo de la Invasión, hoy el recuerdo de todos sus hechos, de todas sus proezas, nos llena casi de asombro por todo lo que hizo. Sin embargo, ese hombre es un hombre de pueblo, que salió del pueblo; no era ningún privilegiado; no tuvo aquellos honores y aquella gloria porque alguien se las diera, sino porque se los ganó. Y el consuelo que debe tener nuestro pueblo es que en el pueblo hay muchos Camilos, y Camilo seguirá viviendo en hombres como él y seguirá viviendo en hombres que se inspiren en él, porque lo único que nosotros podemos pedirle a nuestro pueblo es que cada vez que la Patria se encuentre en una situación difícil, que cada vez que la patria se encuentre en un momento de peligro, se acuerde de Camilo.
Acordarse de Camilo
Hoy cientos de miles de flores cubren el mar de Cuba. Hoy muchas personas estarán pensando en Camilo, en su juventud, en su inteligencia, en sus luces, en aquel futuro que tenía para su patria, o desde los poemas y canciones que inspiró. Lo recuerdan compañeros de lucha, personas que lo conocieron, otros que aprendimos a quererlo por sus hazañas, otros por estar o haber pasado por las escuelas militares que llevan su nombre; o porque es una leyenda de las más lindas de la Revolución cubana. Todos hoy pensamos a Camilo.
Por eso no solo hoy, sino cada día del año, hay que volver a las palabras de Fidel de que cada vez que la patria se encuentre en un momento de peligro, hay que acordarse de Camilo. Y el Camilo que hay que recordar y hacer vivir en nosotros es el Camilo total: el de la jarana pero también el de la disciplina; el popular, pero que no hacía concesiones a la contrarrevolución; el muchacho bien parecido del sombrero, pero que no se creía –como solía decirle a Olga Llera, una de sus ayudantes- el “Pedrito Rico”. El Camilo de la lealtad a Fidel y a su patria; el que decía que el 26 de julio era un día glorioso para Cuba y que no se perdonaba no haber estado aquí y haber participado; el que por esa razón, insistió para venir en el Granma, hasta conseguirlo; el que estaba dispuesto llevar a la Revolución hasta la luna si era necesario; el que decía que esta es una Revolución humanista, verde olivo y tan cubana como las palmas, y que si la solución de los problemas del pueblo era el comunismo, pues él sería comunista.
No hay posibilidad de confusiones con Camilo. Cada carta, cada documento suyo destruye cualquier falacia de la contrarrevolución en torno a su persona, o al amor y la amistad que el pueblo y sus compañeros de lucha le profesaron y le profesan. Hay que buscar a Camilo siempre y hallarlo en uno mismo, acordarse de él en la manera en que pidió Fidel; y también hay que defenderlo de estatuas y poses, defenderlo trabajando y siendo leales a la tierra en la que él les juró a sus hermanos que su sangre no cayó en balde. Ese seguirá siendo el Camilo de la vanguardia de esas generaciones que lo tienen más lejano en el tiempo, pero que no pueden olvidar la esencia de las flores de cada 28 de octubre.