“Yo vengo de una tradición familiar muy fuerte porque desde niña en mi casa mi bisabuela, mi abuelita materna, mi madre y mis dos hermanas aprendimos a tejer. Yo lo hago desde los seis años”.
Así cuenta Yoanis Hernández Camejo, gestora del proyecto Las Arañitas de Mery, del municipio de Güines, en Mayabeque, a quien el arte de tejer le llega por herencia.
Es ésta una oportunidad para descubrir cuánto puede hilar con sus manos y hacer volar su creatividad.
“Tejo crochet, cualquier tipo de hilo, miñardi y hago muchas puntadas. Crecimos en este entorno”, comenta.
Reconocida como la única mujer campesina que realiza estas labores, entre sus anécdotas relata sobre la participación en un concurso del que tuvo conocimiento a través de las redes sociales. De inmediato se comunicó con los auspiciadores quienes se interesaron por su trabajo al enviarle fotos y explicó de la tradición de la casa, de ahí la idea de aportarles hilos a ella y sus hermanas.
Ahora recuerda que en un inicio sintió miedo y a su vez ilusión. Obtuvo el tercer lugar nacional con la presentación de tres collares, uno mostraba la tela de araña que es su identidad como proyecto, otro de girasoles y el último con una representación del mar cielo y el mar.
A raíz de ello fue invitada a la Estación Experimental de Pastos y Forrajes Indio Hatuey en un centro científico de prestigio en el país.
Cuenta que allí participó en cursos para hilar en la rueca y otras alternativas que agradezco a los investigadores Dairon Martín y Marlén Prieto porque ellos sembraron en mí el amor por el gusanito de seda.
Labrar la tierra y cultivar la Morera fue una iniciativa de este centro de ciencias de Matanzas que le brindó la oportunidad de representar al país en múltiples eventos e integrarse a la Ruta de la Seda Cubana.
“Por eso me hice campesina”, refiere Yoanys Hernández Camejo. Ella junto a su esposo Michel Negrín, en una porción de tierra tienen una siembra preciosa para obtener la materia prima de los gusanos de seda. “Para mí esto es lo más bello del mundo que conozco”, manifiesta.
Uno de sus vestidos en miñardi ganó el primer lugar en un evento competitivo realizado en la provincia de Mayabeque y el tercer puesto a nivel nacional.
En la Casa de la Obrapía de La Habana fue invitada por el Grupo Armonía de Yara Bayard para confeccionar el diseño de un vestido a utilizar en la película Una esposa de mentira. “Hice todos los adornos y bisutería en seda y aquello fue una explosión”, dice sonriente.
Posteriormente una italiana enamorada de sus trabajos compró los collares y los envió a la Cumbre Iberoamericana.
Para esta mujer mayabequense que ha representado a Cuba en naciones como Argentina en los momentos que vive el país es importante garantizar con sus propios recursos el material para crear, como son los hilos que obtiene en el campo.
También tiene un círculo de interés en la Casa de Cultura de Catalina de Güines e imparte talleres para enseñar a tejer carteras, manteles, zapatos y hoy las niñas que lo integran visten sus muñecas y hacen sus propias blusas.
“A ellas les doy una ilusión de vivir y de tejer, y las preparo para que tengan un empleo en el futuro”, precisa.
Entre sus proyectos pretende tener una tienda para ofertar las confecciones y motivar a otras personas que sepan tejer para que no muera esta tradición china milenaria.
“Soy una mujer discapacitada pues veo por un solo ojo de nacimiento – relata- pero eso no me limita me reto con cualquiera -dice de manera jocosa- lo mismo trabajo en el campo que bailo y hago los quehaceres del hogar.
Tejo hilos, sacos, nylon y bejuco de guaniquiqui. Es algo maravilloso y valorado en el mundo entero.” Me gusta mucho el crochet pero no tengo preferencia porque también hago otras técnicas”, explica.
“Y lo hago todos los días. Mi energía yo la libero tejiendo. Todo esto me motiva, quiero mantener esta identidad china y creo lo estoy logrando con esas niñas que me siguen y lo hacen de maravillas”.
Yoanis tiene manos de seda, con ellas entreteje diversidad de artículos que engalanan cada prenda de vestir y hace suya la premisa de no dejar morir está iniciativa que su familia promueve por tradición.