Mayabeque, Cuba:
Armando Esponda vive en el corazón de muchas familias de Güines. Tenía sólo 16 años cuando ante el llamado de Fidel Castro se integró a las Brigadas Conrado Benítez en la comunidad El Cangre, en la provincia de Mayabeque.
Maestro por convicción rememora momentos que dice no olvidar porque contribuyeron a su formación como mejor ser humano.
El historiador Alberto Marín Quintero en intercambio con protagonistas de la Campaña de Alfabetización habló de cómo la finca La Esperanza se convirtió en el escenario donde llevaron la luz de la enseñanza a familias campesinas.
“Corrían entonces los primeros meses del año 1961 y comenzaba una de las tareas más importantes de la Revolución Cubana”, comenta Marín Quintero.
Cuenta que asignaron al joven Armando Esponda a alfabetizar en la vivienda de Valdo, un guajiro que de antemano dijo que no quería macho. Tenía una hija de once años y no permitía otro hombre en la casa.
Al llegar ya el joven Esponda estaba en el lugar y apenas lo vio se lo hizo saber. Por suerte el hijo menor, Juan Carlos Gálvez Marín, ese día dio los primeros pasos y con la algarabía por el suceso la alegría inundó aquel hogar y fue motivo para disculparse con el maestro y brindar aquel humilde y revolucionario techo para iniciar lo que tiempo después se convierte en una obra de amor para instruir y educar.
Así entrelazaron una amistad que perdura. Aquel muchacho de pueblo que venía de Los Cinco Picos en la Sierra Maestra, llegó al Cangre y acomodado en un pequeño espacio, farol carretero en mano, lápiz, cartilla y manual, alfabetizó a ocho personas.
Con ellas aprendió del campo, y su gente. Juana, la madre de Juan Carlos, le enseñó el trabajo en el campo de maíz y otras labores.
A 65 años de esta historia agradece la oportunidad que tuvo su familia de aprender a leer y escribir. Para el Maestro es de lo más importante que ha hecho por la Revolución, y por su pueblo.
Nidia Abreu Brito, una campesina que ya peina canas, toda su vida ha permanecido en El Cangre y motivada por el diálogo narró cómo las mujeres se incorporaron a la tarea y esto contribuyó a su emancipación. Por eso para ella la Revolución y su Patria lo son todo.
Ezequiel, otro güinero, relata que a lo largo de tantos años este suceso marca su existencia. Es hijo de padres campesinos y fue educado bajo los principios de ser un hombre honesto y trabajador, pero sobre todo con condiciones que le permitieron alfabetizar a catorce personas en las cercanías de Playa Girón. “La Revolución es poderosa, derrotó al enemigo imperialista y yo aporté mi granito de arena”, dijo orgulloso. “Yo creo en la Revolución, yo vivo por la Revolución”.
En ese instante Juan Carlos dice que Cuba es faro para el mundo entero, admira a Fidel y defiende a su país.
A pesar de ser un hombre limitado físicamente dirige la Cooperativa de Créditos y Servicios (CCS) Manuel Fajardo, aporta a la economía y se siente un comunista cabal.
Para ellos hoy es un día de júbilo. Hacen historia y rememoran momentos de la juventud en que fueron muchachos valientes enamorados de una causa justa. La campaña de Alfabetización, convertida en un acontecimiento cultural llegó a los sitios más intrincados para incrementar el nivel de escolarización de la población con el fin de lograr la emancipación, y el bienestar guiados por Fidel.