Teatro en Mayabeque sin paso en falso

Símbolo de la conquista de la escena por la causa de la Patria en plena Guerra de los Diez Años, el Día del Teatro Cubano (22 enero) merece siempre reflexión y examen. Pero en Mayabeque, el teatro se torna ¿quebradero de cabeza o acertijo? Quien mejor que José Miguel Díaz Pérez, Jochy, (Bejucal, 1967) director del grupo Estro de Montecallado y profesor del Instituto Superior de Arte (ISA), para responder tales temas.

“Para entender el trabajo del arte teatral en Mayabeque hay que ir 25 años atrás, en Bejucal, y hablar de la escena, con una mirada resistente. Valdría repasar la trayectoria de proyectos y grupos poco recordados, como el que fundó Carlos Díaz, el premio Nacional de Teatro 2015.”

En la actualidad, hemos ido al teatro del campo, donde representamos un texto como Antígona en su tercera versión. Entonces, ¿Cuál es la necesidad de hacer teatro acá? ¿Cuál es la manera de trabajar y de entender el teatro cuando no tiene promoción, presupuesto y otros detalles imprescindibles?

En mis obras hay mucho ritmo y música en vivo, es un no parar de movimientos, de acciones, de texto con facturas diversas ¿Es acaso el escenario un deporte de riesgo? Sí, y tengo a veces una sensación de que no importamos mucho. Suele ser divertido que el teatro y los problemas en una comunidad se asuman por el ritmo trepidante que tiene viajar a los conflictos del público.

Tenemos una suma de individualidades para formar un buen equipo, pero aún no se logra en lo cultural. Si no se te ve, si no eres interesante, no puedes estar encima de un escenario. ¿Para qué el teatro, si no hay una programación sistemática?

El grupo Estro de Montecallado ha luchado contra esa realidad. Más que una lista de premios y obras en escena, pueden medirse por el trabajo constante, la búsqueda de repertorios novedosos y forma de expresión más compleja, siempre en la formación y atracción de nuevos públicos.

Fundado por Jochy, cuenta 25 años dedicado al público adulto con obras dirigidas a lo popular, costumbrista o vernáculo (como Lagarto Pisabonito) hasta lo lírico (Últimos días de una casa, Miradas de Montecallado, Así sea, Federico y Edipo) y lo experimental que revela nuevos rumbos en su estética (La muerte de un sueño, Desmedea, El enano en la botella, Locos de contento, Jinetera, y Béisbol, entre otras puestas que recorrieron la provincia.

También desde su nacimiento, el grupo se comprometió con niños y jóvenes: La Carpa Azul, Payasos.com, Musicón y Melodía, El Zapatero Remendón, Equilibrio del Silencio, Fábula de un país de cera y Carrusel de Cuentos, la más premiada y representada de sus obras que marcó una pauta en la vida escénica del territorio.

“Es cierto que acá las obras mueren rápido y a veces notas que no funcionan porque los espacios no son adecuados. Por ejemplo, Antígona, uno de los grandes éxitos de 2023, trabajamos diferentes capas, diferentes versiones y mientras más planos tengas para que el público, más posibilidades se tiene de conseguir esa sinergia con él.”

Creo que cuando en teatro se pierde la motivación de los públicos, empezamos a perder contacto con el espectador. Recuerdo muchos montajes, pero, ¿Qué línea de trabajo tenemos? Nosotros hablamos siempre de un teatro esencial. Ser actual para mí es ir hacia el origen de hacer teatro. Conseguir nuevas miradas, y trabajar con los diversos públicos, especialmente infanto-juvenil puede ser una opción importante.”

Son muchos los enigmas que urgen a nuestros artistas escénicos: ¿Cuál es el teatro que necesita Mayabeque? ¿Qué valores poner en escena? ¿Cómo transformar estas condiciones y encontrar caminos favorables para que exista vida teatral y formar sus públicos en la provincia? Este panorama es el punto de partida para cualquier empeño. Así nacieron la Jornada Mayabeque Teatral y la jornada Teatro y Comunidad, desaparecidas ambas. Solo se sostiene la jornada escénica Alegría, por voluntad de Estro y sus artistas.

Permanencia, expansión del alma, triunfo de lo mejor en todos y cada uno: ese arte-madre de tantas artes es el que merece Mayabeque.

Omar F. Mauri