Con una sonrisa en el rostro y deseos de aportar, hace 38 años que Daniel Martín Cacerés afronta el duro quehacer del campo para mantener a su alcance dos grandes pasiones. El campesino de 56 años en las 33.5 hectáreas de la Finca “La Panchita” perteneciente a la Cooperativa de Créditos y Servicios (CCS) Boris Luís Santa Coloma del municipio de Nueva Paz fortalece la ganadería y prepara animales para el empleo de su fuerza a favor del desarrollo de la agricultura en Mayabeque.

Ceba de toros

El propietario de La Panchita tiene como producción principal la ganadería, específicamente la ceba de toros de las razas Cebú rojizo y blanco, cuyo destino es la venta al Centro de elaboración de alimentos de la localidad (matadero). Actualmente en la parcela atiende a 67 animales entre vacas, novillas y toros; a estos últimos aspira llevar al peso promedio de 500 kilogramos para cumplir con la categoría de Primera Clase y desarrollar su venta.

En el 2023 de un plan de cinco toneladas de carne sobrecumplió con la comercialización de 7.9 toneladas y en febrero de 2024 superó también el compromiso pactado de una tonelada mediante la entrega de una vaca, una novilla y dos toretes, equivalentes a 1.672 toneladas de carne vacuna.

Los resultados de Daniel son el fruto de una rutina que comienza a las cinco de la mañana con la atención y rotación del ganado por cuartones en aras de garantizar la alimentación a base de pasto natural y sales común y mineral que incrementan la absorción de agua y desparasitan a los animales. En tiempo de seca el productor redobla esfuerzos para alternar con residuos de alimentos de autoconsumo: caña molida, cangre de yuca, sepa de plátanos y kingra, cultivado con sus propias manos en cinco hectáreas de la finca.

El productor neopacino además mantiene las óptimas condiciones en La Panchita para superar sus compromisos y consolidar la ganadería en Nueva Paz. Entre ellas abundante agua para el consumo animal y el riego de las plantaciones, alimento animal, Sistema eléctrico Wasan, delimitaciones de las áreas y cuartones, trilladora e iluminación nocturna para evitar el hurto y sacrificio, un indicador que mantiene a raya.  

Remolino y Polvacera

Martín Cacerés no da tregua al descanso.  Luego de una jornada laboral de incondicional protección y seguimiento al ganado se entrega a su segunda pasión, esa que no abandona a pesar de sus riesgos.

“Hay que gustarle. La preparación de yuntas de toros lleva mucho trabajo y sacrificio porque son animales salvajes que poco a poco hay que ir enseñando y guiando para que accedan a colocarles el yugo, luego que cojan el surco y anden con el carretón que es el que facilita el traslado de los insumos para poder trabajar con ellos”, afirmó Daniel.

El preparador de yuntas de toros de la cooperativa destina cuantías de paciencia y arrojo para formar dos parejas al mismo tiempo en aproximadamente un año. En esta última etapa las experiencias las aplica en Marinero y Navegante y Remolino y Polvacera, dignos de sus nombres y de esa energía que los llevó a ser seleccionados por su dueño.

“Para que sea una yunta de toros deben parecerse en el color, estar bien entarrados para poderlos enyugar bien y no se desenyuguen y que sean buenos animales. Hay que estar mucho tiempo con ellos e irlos guiando por el narigón, por ahí es por donde ellos se dominan. Susto a cada rato se pasa uno, porque a veces son toros fajadores y hay que lidiar con ellos que es una bola de peligro porque te pueden dar un mal golpe”.

En 10 años Daniel ha preparado 20 yuntas de toros, seis de ellas para la CCS Boris Luís Santa Coloma, cuyo plan de cultivos varios asciende a 1262 toneladas de productos.

“Estos toros que preparo se los vendo a los campesinos para trabajar en las fincas productoras de cultivos varios. Con ellos se benefician mucho los productores y la agricultura ya que sustituye el tractor y ahorra combustible. Me siento muy bien aportando y la verdad me sería difícil dejar de preparar yuntas de toros porque eso es lo que toda la vida me ha gustado hacer y ahora es muy necesario para el país por la falta de combustible”, enfatizó el admirado preparador.

Panchito

Así se nombra el hijo adoptivo de Daniel en la Finca la Panchita. Se trata de un caballo de 10 años de edad, tan fuerte como su patrón, colaborador y disciplinado.

“Yo lo quiero como a un hijo. El día que él nació se murió la yegua y lo tuve que criar a base de leche de vaca en biberón. Así lo salvé y día a día me recompensa con su compañía y su ayuda a la hora de rotar al ganado y de acortar las distancias en el campo. Mi vida son los animales y el campo”, declaró emocionado uno de los productores más destacados de la CCS neopacina y otra de las personas humildes del campo que ofrecen su mejor versión para el éxito de su actividad, de la ganadería y la agricultura en Mayabeque. (rda)

Ineibys Marrero García