Aquí estuvo el Che

Motivados por sus clases de Historia, llegan al Museo, la Asociación de Combatientes de la Revolución Cubana, la Casa de los Abuelos y dondequiera que imaginen un testigo que les cuente de la presencia del Che a su pueblo.

Impresiona la cantidad de anécdotas y testimonios del Comandante Ernesto Guevara en tierras de la actual Mayabeque, y probablemente, queden muchas sin recoger o ya olvidadas.

El 3 de mayo de 1959, Lenio Giménez Teseira, historiador municipal (fallecido), en aquella fecha organizador del Partido Socialista Popular, y Oscar Echazábal, coordinador del Movimiento 26 de julio, conocieron que el Che se encontraba recobrándose de una crisis de asma en una finca de El Rincón, muy cerca de Bejucal. “Lo hallamos -me contaron- en una humilde casita, con uniforme verde olivo muy gastado y chancletas de palo. Le pedimos ayuda para hacer un llamado a la unidad y constituir las Milicias Nacionales Revolucionarias.

Él nos observó y dijo: “¿Ustedes creen que yo sea el más indicado? Miren que el imperialismo, con toda razón, me acusa de marxista”. Pero le insistimos y cumplió.

Al llegar a la actual Casa de la Cultura, el comandante guerrillero preguntó: “¿Ustedes creen que esto se llene?” A los pocos segundos no cabía un alpiste. Fue un acto de masas tremendo.

En fecha tan temprana como el 26 de octubre de 1959, nacieron las Milicias Nacionales Revolucionarias (MNR). Muchos se sintieron maravillados por la profundidad y la maestría con hablaba el Che. Aquel hombre daba la impresión de proyectarse muy por encima de su generación y su tiempo. La grabación de su discurso se conserva en Bejucal como un tesoro.

También en múltiples localidades, combatientes, testigos o historiadores han logrado atrapar y guardar la memoria de las visitas del Che. Tales testimonios ofrecen una fuente inagotable de investigación y formación para las nuevas generaciones. Hacer una recopilación de ese material y ponerlo como libro digital en las redes de la provincia, sería extraordinario.  

-Aquí estuvo el Che -es una oración de un poder en absoluto. Todos esperan que se abra una sorpresa, un asombro que tiene que ser contado.

Es innumerable su presencia en trabajos voluntarios en la fundición Valdés Pino, de San José de las Lajas, en la textilera Mayabeque, de Güines, en las zafras en Melena o los centrales de Quivicán, Madruga o San Nicolás.

En medio del campo o una guardarraya hizo entrega del carné del Partido Unido de la Revolución Socialista a los nuevos militantes, en marzo de 1963. “El ejemplo, diría Guevara, el buen ejemplo, como el mal ejemplo, es muy contagioso, y nosotros tenemos que contagiar con buenos ejemplos, trabajar sobre la conciencia de la gente”.

La fábrica de lápices Mitico Fernández, en Batabanó, fue visitada en dos ocasiones (1961 y 18 de julio de 1964). En la última, inauguró todo un combinado industrial. En ese municipio realizó trabajo voluntario en el poblado de Santa Lucía.

En Bejucal (26 de noviembre de 1962) inaugura la fábrica de confecciones textiles Capitán Eduardo García y en diciembre del 63, la visitó para conocer la marcha de la producción y la atención a sus trabajadoras. Acude también al Cacahual, para rendirle un sentido homenaje a Antonio Maceo. Allí solicitó a pobladores, combatientes, revolucionarios, carpinteros y albañiles apoyo para la fábrica de lápices que se estaba construyendo en Batabanó.

Poco conocido fue el levantamiento en la alarma de combate a las tropas rebeldes y milicianas que realizó en el territorio bejucaleño cuando la crisis de los misiles (muchos emplazados sobre sus lomas), cuando fue jefe del occidente de la Isla.

Se estima que en Güines (textilera Mayabeque), el Che estuvo unas 16 veces, entre finales del 1961 y principios de 1962. En el telar, junto a los obreros, realizó turnos completos, jornadas de trabajo voluntario y hasta emuló como un obrero más. Por casi seis meses laboró todos los sábados. Venía siempre en el extremo trasero del camión y le acompañaban dirigentes del Ministerio de Industrias. En los descansos bajaba al sótano y allí se descalzaba las botas y fumaba. En una oportunidad alguien le explicó que en el telar no se fuma. Apagó su tabaco y no hubo que repetírselo jamás.

En Madruga guardan su huella al inaugurar una fábrica de muñecas (30 de abril de 1960) y probando una combinada cañera junto al Fidel, el 31 de enero de 1964.

En Jaruco, en la finca Santa Bárbara (Bainoa), se suma a los cortes de caña, en 1960, durante la primera zafra del pueblo.

Luego de laborar en los campos de caña de Melena del Sur, el Guerrillero Heroico recorre el Complejo Agroindustrial Gregorio Arlée Mañalich. También participa en las pruebas técnicas de una combinada.

Mientras que en San Nicolás se le recuerda en áreas de Pozo Blanco y Pedrín Troya, en el central Héctor Molina y en una competencia nacional de macheteros celebrada en la actual Cooperativa José Vázquez, en 1963.

Hay recuerdos que se han ido borrando de su participación en cortes de caña quivicaneros y muchas fechas resultan ya difíciles de precisar.

En San José de las Lajas fueron múltiples sus visitas: fábrica de cables, de cerámica, aluminio, vidrio y la fundición Ramón Valdés Pino. A mediados de 1959 se presenta en la fábrica de cables para conocer el centro. En la Cerámica, en febrero de 1960, propuso cambiar al administrador y pone en su lugar al jefe de su escolta, el hoy General de Brigada Harry Villegas, quien desempeñó la responsabilidad hasta junio de ese año. En la fundición Valdés Pino asiste a una competencia de oficios y realiza trabajo voluntario.

Se dice que fue en la fábrica de vidrio lajera que le solicitan autorización para producir frascos pequeños para envasar pinturas de uña. El Che lo anotó y dijo que lo consultaría, a pesar de ser el Ministro de Industrias.

Y también en la Orlando Cuéllar, durante un trabajo voluntario, alguien le pregunta: “¿Comandante, hacia dónde va la Revolución?” Y respondió: “La revolución es como un tren indetenible. En unos apeaderos unos suben y otros se bajan y en otros, se bajan más de lo que suben, pero los únicos que no pueden abandonarla son aquellos que integran su tripulación.”

En otra jornada de Domingo Rojo, se preparó una merienda para el Che. Se compró mortadela y se hicieron bocaditos. Durante el receso, el Che inquirió si la merienda era para todos. Apenado, alguien le contestó que no. Entonces dejó el pan. La gente se miró, nadie siguió comiendo. Fue una poderosa lección de justicia, humildad y compañerismo.

De los 11 municipios, solo de Nueva Paz y Santa Cruz del Norte no hallo noticias de la presencia del Che. Y agradecería que alguien se anime a extender esta relación.

Un día, al bajarse de un camión para un trabajo voluntario, el Che comenzó a cojear. Le preguntaron y dijo que a su bota rusa se la había salido un clavo. Un trabajador se la pidió y se la arregló: “Ahora si le gano a Juan Manuel Fangio,” -agradeció con una broma.

Así de inmenso lo descubren esos niños que corren a buscar noticias de su presencia aquí. Urge que acompañemos esa pasión por saber, esa sed por crecer con él, preservando la memoria. (rda)

Omar F. Mauri