Cuba posee una vasta experiencia ante la aproximación y llegada de los huracanes. La activación inmediata de la Defensa Civil y la información constante de los medios de comunicación contribuyen a la orientación y preparación del pueblo para su enfrentamiento eficaz.
La prioridad la tienen la salvaguarda de las vidas humanas y la protección de los principales objetivos económicos con la aplicación de diferentes medidas ante las fases informativas, de alerta y alarma ciclónica.
A pesar de la orientación constante hay personas imprudentes que ven el paso de estos fenómenos como un evento festivo, propicio para embriagarse, sin tener en cuenta que ante esta situación lo fundamental es mantener la cordura.
En esa confianza está el peligro, como reza un viejo refrán popular. Las pocas vidas humanas que se han perdido en nuestro país ante el paso de los ciclones han sido, en su mayoría, por negligencias tales como pasar ríos crecidos, transitar por las calles con cables caídos y el contacto de las antenas de televisión con los conductores eléctricos.
Otros arriesgan sus vidas permaneciendo en viviendas vulnerables, que no resisten las intensas lluvias y los fuertes vientos o inundaciones, y se niegan a resguardarse en los centros de evacuación, lugares en los que se garantizan la seguridad necesaria, así como alimentación y atención médica.
Ante un ciclón debemos tener presente que lo más importante es preservar la vida, que siempre habrá un tiempo para compartir con el vecino o el familiar más cercano el traguito de ron o la cerveza.
Estas situaciones esporádicas que pueden presentarse durante la temporada ciclónica en Cuba, del 1º de junio al 30 de noviembre, precisan de la prudencia y la disciplina para dejar a un lado las lamentaciones porque para disfrutar hay más tiempo que vida. (rda)