Mayabeque, Cuba: Cuando el mes de noviembre se despedía del calendario la escuela primaria Víctor y Orlando del poblado de Tapaste en San José de las Lajas, Mayabeque, acogía el estreno de la obra de teatro infantil La cucarachita Martina, en una versión escrita por el actor Roberto Albellar Hernández y la instructora de arte Gladis Caridad Montero Jiménez.
Lo singular marcó la presentación: la Cucarachita Martina de la historia andaba con un celular y la moneda que encontró era una aplicación digital para aprender de la cultura cubana. El comedor de esta escuela se convirtió en el ámbito escénico, la iluminación provenía de unas lámparas recargables, los directores de arte, dos arquitectos, en tanto la asistente de dirección y el encargado de las luces y la fotografía son graduados de Informática a los que se les da bien la repostería.
Esta obra es fruto del proyecto ArteSoy liderado por Albellar, que incluye el espacio Con luz propia, el cual funciona en su propia casa. Allí se realizaron los ensayos durante más de dos meses, un periodo en el que los niños entendieron e hicieron suya la mejor lección de su mentor: “Entre todos podemos lograrlo.”
Y es que la esencia de La cucarachita Martina es profundamente martiana. Así lo concibió Albellar y por ello logró emocionar en aquella mañana al público compuesto por los pioneros, maestros y padres de la institución educativa.
En los 16 minutos que duró la puesta en escena, el elenco infantil entregó, en tiempo de pantallas, nuevos cristales para apreciar la hermosura de las tradiciones cubanas. Y lo hicieron con sus nervios y su inocencia, con disciplina y alegría, como si en las tablas imaginarias estuviesen enfrentando la prueba más importante de sus vidas.
Esta obra de teatro infantil se hizo realidad gracias a las locuras tan puras de Albellar, a su familia que lo acompañó, a los padres que le siguieron la corriente a sus niños aprendices de la actuación, a la escuela y a la comunidad.
Vendrán nuevas presentaciones de La cucharachita Martina, anunció Albellar: “No tiene que ser precisamente en un cine o un teatro. Lo haremos donde más falta haga, en un Hogar de ancianos, la Casa de niños sin amparo familiar…”
ArteSoy y Con Luz propia encienden el gusto por la literatura, la actuación, el audiovisual. También regala diversión pero al mismo tiempo construye conocimientos, sentimientos y valores morales universales. Tuve el privilegio de asistir a algunas de sus sesiones de magia en las que los gestos y las palabras se llenaban de plumas, de vuelos, de cantos y del verso de Martí: “Arte soy entre las artes….”
Y fue así, pienso, que lo que comenzó siendo otro proyecto cultural del incansable actor lajero, es hoy una escuela y una gran familia fundada cuando hay tanta sed de luz y tanta hambre de esperanza. (rda)