Encarar la pérdida de un ser querido es uno de los golpes duros en la vida de cualquier ser humano, más si a ese momento de dolor se unen gestiones administrativas que fallan, morosidad, falta de recursos y hasta de sensibilidad humana. Así lo pude corroborar en observaciones y en entrevistas con quienes sufren una agonía prolongada en la Funeraria San José.
Funeraria San José
Luego de la noticia que nadie quiere escuchar inician trámites obligatorios para el entierro o la incineración del fallecido. En esta, pudiera decirse carrera con obstáculos, el primer paso de los familiares es gestionar el traslado del cuerpo, ya sea desde una institución de salud o la vivienda hacia la Funeraria San José, entidad ubicada en la calle 54, entre 73 y final de la capital de Mayabeque y perteneciente a la Dirección Municipal de Comunales.
En dicha infraestructura les atiende un administrador o cuatro de los coordinadores en plantilla, ya sea por vía presencial o telefónica, a través del teléfono 47 86 21 88. Este personal, carente de habilidades, recepciona, escribe en el libro de registros y tramita la “transportación”, de conjunto con los trabajadores del Puesto de mando provincial de Comunales, que hoy radica en el domicilio de la administradora, dado el mal estado de su inmueble, ubicado en el Consejo Popular Jamaica de San José de las Lajas.
¿Cuándo llegará el carro?
Esa es la pregunta sin respuesta y la espera que desespera. Debido a la rapidez del proceso de descomposición del cuerpo u otras cuestiones objetivas se debe agilizar una prestación que tarda horas debido a la incidencia de fallecidos y a la carencia de vehículos. “El tema es crítico, el familiar se inquieta y hasta llega a ofendernos”, testificó el ayudante Eloy Camero Iglesias.
El Puesto de mando de la provincia tiene a su disposición un carro JMC y un Gran Muralla para dar asistencia a los once municipios de Mayabeque, una misión numéricamente imposible. A ello pudiera aportar un Volga de la Funeraria San José que se reparó a partir de los servicios de una Mipyme de Bejucal y que se encuentra listo, pero sin posibilidad de retorno dada la falta de presupuesto para liquidar el pago del beneficio, algo totalmente inadmisible.
Entonces, ¿Quién responde la pregunta? Pues el carro llega cuando se aligera la alta demanda de una prestación, que no carece de importancia por ser para difuntos, todo lo contrario, dado el abatimiento y el desgaste de los cercanos, en su mayoría luego de largas jornadas de lucha junto al familiar.
¿Es la solución al problema tomar como medida la disposición de un carro alternativo en el gobierno de cada municipio? ¿Existe el carro alternativo? ¿Aligera la congestión de traslados? Son negativas todas las interrogantes en la ciudad capital.
Un adiós sin …..
Transcurren las horas, llega el carro, se conduce el cadáver a la morgue, pero no acaban las penas. En ese local carente de iluminación y con señales de deterioro se prepara y ubica el cuerpo en un “ataúd”. – ¿No hay otro? Reclaman los familiares al ver una conjugación de tablas de parles sin acabado, mal cubiertas de una tela gris y con medidas que ni siquiera respetan la distancia entre el rostro del cadáver y el encuadre por donde se observa.
Estos productos indecorosos para un último adiós provienen de la Fábrica de ataúdes del municipio de Bejucal, que a pesar de establecer convenios con la Empresa Agroforestal Mayabeque no aprovechan las bondades de la madera, ni se esfuerzan por mejorar la calidad de su producto líder.
Al respecto Ernesto López Abain declaró que los ataúdes llegan con la tapa sellada y los ayudantes como yo, sin herramientas tenemos que abrirla y colocarle un cristal o dos de quita y pon, para que los allegados puedan observar y despedirse. Lo peor es que hasta delante de los familiares hay que retirar los cristales, destapar la caja y clavar con lo que se pueda para fijar la tapa y proceder al entierro.
Las lágrimas caen sin pedir permiso y se hace obligatorio el adorno floral en este adiós con dolores añadidos. Al decir de la coordinadora Milagro González Estrada en la Floristería no se prestan servicios por la inexistencia de contratos con productores, tema que esta reportera no pudo esclarecer por no encontrarse trabajadores en el área. Lo que sí quedó claro es que los particulares son la única opción de los lajeros para adquirir flores y hasta bebidas y alimentos, pues donde hubo una cafetería crece el abandono y la maleza.
Igual desidia se aprecia en las capillas, en el baño; carencia de ventiladores y sillones, así como indolencia .Fui testigo en una visita de cómo una coordinadora vestida de insensibilidad se comía una guayaba y se refería a los familiares como a pasajeros en el andén de una terminal de ómnibus públicos. “¿Ya se despidieron? Cuando terminen los familiares salen primero y luego el carro, ustedes saben que hay que proteger el cloche”, enfatizó.
La gritería alante y el muerto atrás
Al respecto el chofer de la funeraria Jorge Chávez Martínez esclareció que esos carros no están preparados para marchas fúnebres. No tenemos líquidos, lubricantes ni zapatillas para las reparaciones una vez deteriorado el cloche. No obstante, si hay que hacerla se hace.
En el último recorrido, a cada paso invade la tristeza, el nudo en la garganta y la impotencia. A la derecha pasa el carro hacia el cementerio. Allí aguarda el sepulturero de la funeraria que en un proceso rudimentario y agonizante coloca con ayuda la caja y comienza a sellar la bóveda con el cemento previamente acordado con la familia, pues alegan no existe asignación. Se colocan las flores y termina la suma de dolores añadidos, pero no queda ni siquiera la satisfacción de reposar el cuerpo en un lugar tranquilo y seguro.
El cementerio concerniente al gobierno del municipio es un lugar desatendido que no reúne los requisitos de iluminación, agua, drenaje y local para la realización con calidad de las autopsias a los cadáveres putrefactos en aras de investigar la causa de muerte. Un terreno enyerbado que en la impunidad de la noche ha dejado a cientos de familias sin restos, sin respuestas, sin culpables.
Es complejo asimilar tantas decepciones de un solo golpe. Acaso, ¿Será mejor optar por la incineración, a la suerte del fluido eléctrico y la disponibilidad de combustible? La situación económica y social de Cuba hace colocar cada día más parches y justificaciones para permitir lo no permisible y para invisibilizar tantas contrariedades que se multiplican en todos los sectores de la sociedad y que absorben a la población por la incapacidad humana, la falta de liderazgo, de exigencia y de soluciones.
Los servicios fúnebres de la capital de Mayabeque deben atrapar miradas y asumir salidas para hacer más llevadero el momento de dolor, más digno el adiós y sobre todo para impedir que en esta patria muera la esperanza.