Juan Almeida Bosque, ejemplo, luz y poesía

La noticia de tu partida, conmovió en lo más profundo al pueblo cubano aquel 11 de septiembre del 2009, entonces sentimos al vacío doloroso que dejabas con tu ausencia, con tu inolvidable sonrisa y tu sempiterno sentido del amor.

Recordaríamos por siempre tu entrega incondicional a la Patria, tu confianza plena en Fidel y en la Revolución, y el dolor se aliviaba un tanto con el regalo invaluable de tu música, parte inmortal de tu alma y que nos dejabas aquí para que el recuerdo fuera aún más hermoso acompañado, por supuesto, de las páginas de heroísmo, parte de esa historia que nos enorgullece y de la que fuiste protagonista.

Más allá de la huella de lo que fuiste como soldado, de tu Título Honorífico de Héroe de la República de Cuba y la Orden Máximo Gómez de Primer Grado, otorgados el 27 de febrero de 1998, en ocasión del Aniversario 40 de tu ascenso a Comandante en la Sierra Maestra, nos estremecemos de emoción cuando escuchamos tus composiciones, la Lupe en especial, porque sabemos los sentimientos que movían tu inspiración y tu pluma cuando nació, como un himno, en tan particulares circunstancias.

Si alguna vez temimos que tu partida fuera definitiva hoy sabemos que nuestros miedos eran infundados.

Tú vives más allá del tercer frente oriental, en medio de las palmas reales y custodiadas por la luz de la llama eterna, testigo de tu impronta en la historia, en ese altar inconmensurable de la Patria, donde aún comandas, protegido por ellas.

Allí late su corazón guerrillero, entre montañas irredentas, late entre quienes te recuerdan con el respeto ganado a base de profundas convicciones, fidelidad y fe ilimitada en la victoria.

Cabes más cabal que tu sombra como dijera el poeta, de cuerpo entero en el corazón de los humildes y el cariño inmenso sembrado tras tu admirable trayectoria.

Vives en la sonrisa y la música de tu hijo Juan Guillermo que te recuerda vestido de padre mientras nosotros, según él, te recordamos de verde olivo. Admite que la mejor de las herencias, la mayor fortuna, es que lo enseñaras a brindar, a recibir, llorar y a reír, legado que a 10 años de tu partida es el mismo que me dejas, como parte de un pueblo que desde la historia te ve multiplicado en el presente y en el futuro de la Patria. (LHS)

Olga Lidia Gómez Ramos

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