El problema radica en los altos decibeles

La mayoría de los cubanos necesita una sonoridad para llevar a cabo las diversas tareas domésticas que diariamente realizan como cocinar, lavar y limpiar. Sin lugar a dudas la música es la responsable de añorar tiempos pasados y recordar amigos y familiares.

Es el pasatiempo que más disfrutamos los habitantes de esta Isla. Esto está bien. El problema radica en cuando los altos decibeles estremecen los alrededores e inundan el barrio. Seguramente usted ha sufrido en carne propia tal situación.

Quiere escuchar su música, ver su película, descansar o al menos leer y tiene dentro de su casa al Chacal o a cualquier otro cantante foráneo. Está demostrado que somos musicales, que necesitamos de una melodía para vivir y mejorar nuestros estados de ánimos. Pero no respetamos el espacio ajeno.

Actualmente el ruido es uno de los contaminantes más agresivos al ser un elemento distorsionador que irrumpe en el ambiente que nos rodea y deteriora la calidad de vida de los seres humanos que somos los que más nos exponemos a sus daños y contamos, además, con un receptor sensible al fenómeno: el oído.

En los últimos años en Cuba aumentó la contaminación sonora y gran parte de los habitantes se exponen a perder parte de la audición y otros trastornos de la salud. Para erradicar ese mal se han dispuesto legislaciones.

¿Pero siempre se hace caso a esas normas jurídicas?  ¿Se aplican?

Pienso que todos tenemos derecho a un medio ambiente sano que no es más que el derecho de cada persona a gozar de una vida lozana, lo cual está amparada por leyes.

Expulsemos la bulla de nuestros barrios y respetemos el espacio ajeno. (IVP)

Milay Vega Villar

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