Los mayabequenses  recuerdan hoy el aniversario 89 del natalicio del comandante Camilo Cienfuegos, uno de los impulsores del proceso revolucionario cubano, conocido como el Héroe de Yaguajay y el Señor de la Vanguardia.

El carácter jovial, humilde, la barba espesa, el sombrero alón y la sonrisa caracterizaron al líder guerrillero.

Camilo nació el 6 de febrero de 1932, en Lawton, y desde temprana edad tuvo que trabajar para contribuir con el sostén económico de la familia.

En 1948 comenzó a involucrarse en la lucha política participando en las protestas populares contra el aumento de la tarifa de los ómnibus urbanos.

El 10 de marzo de 1952, al producirse el golpe de estado de Fulgencio Batista, con un grupo de jóvenes concurrió a la universidad en procura de armas para resistir a la dictadura.

Perseguido por la policía batistiana viajó a México donde conoció al líder revolucionario Fidel Castro.

Camilo se sumó a esos combatientes, con los que posteriormente abordó el yate Granma rumbo a Cuba. En la Sierra Maestra asumió la jefatura de una de las columnas guerrilleras y allí forjó una amistad perdurable con Ernesto Che Guevara.

Luego del triunfo de la Revolución, ocupó importantes cargos militares. Sin embargo, su temprana muerte en un accidente de avión, el 28 de octubre de 1959, cuando se trasladaba de la provincia de Camagüey a La Habana, truncó un prometedor futuro.

Desde esa fecha varias generaciones acuden cada año a los ríos y costas del país para depositar flores y honrar así su extraordinario legado.

El propio Fidel diría que «hombres como Camilo Cienfuegos surgieron del pueblo y vivieron para el pueblo».

Su impronta llega a nuestros días y está vigente en la ideología de los jóvenes cubanos, quienes son fieles defensores de su legado.

Nadie podrá empañar su imagen por ser ejemplo de valentía, incondicionalidad, entrega sin límites y fidelidad a la causa revolucionaria.

Camilo está en nuestros corazones, tan solo con 24 años perdió la vida. La noticia de su muerte causó y causa gran tristeza, hombres como él jamás serán olvidados.

Betsy Santiler Hernández

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