Ni los 81 años vividos, ni los golpes de una salud deteriorada, han podido con la prestancia, la voluntad, ni con el carácter incorruptible de Ezequiel Díaz Rivero, revolucionario íntegro, que definió muy temprano el derrotero de sus ideas y su compromiso con lo que para él es lo más sagrado.
Ante las campañas que intentan demonizar al sistema social escogido por lo cubanos, está la práctica, que es el criterio de la verdad, que este hombre de hablar pausado y convencido refiere.
Sobre las tan anunciadas protestas, en un día en que nuestras calles se vestirán con los colores de la bandera, propios del reinicio de las clases interrumpidas por la pandemia, el viejo revolucionario, entrelazando las manos en un gesto característico comenta:
“Es ilegal, y contraviene con lo planteado en la Carta Magna y no creo que nadie pueda ir contra la Constitución de un país sin consecuencias, esto está auspiciado fundamentalmente por el Dios dinero”.
Hay mucha verdad en Ezequiel Díaz Rivero, a quien el pueblo melenero admira y respeta. Está demás la pregunta de por qué, solo lo intuyo.
La discreción, la disciplina, que le ha permitido no defraudar a nadie ni a sí mismo, el amor a su esposa, la querida maestra Clarita, y la intransigencia por una causa y sus valores patrios, refrendados en una frase:
“Muy dichoso el hombre que abrace una idea tan progresista como es el Socialismo y la Revolución Cubana”, expresó Ezequiel. (BSH)